sábado, 28 de agosto de 2010

LA FÁBRICA DE LA ARQUEOLOGÍA FRANQUISTA (1939-1956)

Ricardo González Villaescusa
Versión castellana del texto aparecido en Nonfiction.fr

Francisco Gracia Alonso,  La arqueología durante el primer franquismo (1939-1956), Bellaterra, Barcelona, 2009, 551 páginas.

En una ingente obra de medio millar de páginas y pequeños caracteres el autor hace un profundo ejercicio de reflexión sobre las condiciones y circunstancias históricas del marco institucional y legal de la arqueología oficial de los primeros 17 años de la dictadura de Franco. La investigación se inscribe en la corriente de reflexión y de acción civil sobre la llamada “recuperación de la memoria histórica” protagonizada por los “nietos” de la guerra civil (1936-1939) y por las corrientes historiográficas europeas que reflexionan sobre la praxis arqueológica en la Alemania nazi y en los territorios ocupados en el periodo de la segunda guerra mundial (1).

Antes de la Guerra: una arqueología influida por la escuela alemana

La tesis principal que consigue demostrar el autor es que los fundamentos teóricos y la práctica científica de la arqueología ejercida en la España posterior a la contienda serán las mismas que la practicada antes de 1936. Una arqueología deudora de la escuela alemana desde principios del siglo XX, y personificada en una burguesía formada principalmente en aquél país, al igual que la inmensa mayoría de los intelectuales de la denominada “generación del 14”(2); circunstancia que se revelaría en contradicción en el posicionamiento a favor de los aliados de este grupo(3). A pesar de las profundas diferencias ideológicas, a pesar de la contienda que fracturó al país, a las familias, a las personas y a los personajes centrales de este libro (que bien podría constituir el material documental de una novela o un film histórico), tras el paréntesis objeto de estudio del libro (1939-1956), la continuidad académica con el periodo anterior a la guerra será la norma.

El paréntesis falangista (1939-1956)

¿En qué consistió, pues, este paréntesis? En la práctica muy personal y autoritaria de un arqueólogo falangista y de filiación nazi, Julio Martínez Santa Olalla, hijo de un general amigo del caudillo, que aprovechará los años de la postguerra española y de reconstrucción del país en todos los órdenes, durante la coyuntura bélica en que tiene lugar la guerra mundial y la inmediata postguerra, para reconstruir el marco institucional y legal, la red de inspectores, así como la reanudación de las excavaciones arqueológicas.
J. Martínez Santa Olalla con Himler

Para cumplir su objetivo de instaurar una arqueología de corte falangista al servicio del régimen, Julio Martínez Santa Olalla se basó fundamentalmente en tres pilares: en primer lugar su comunión ideológica con el régimen nazi que le condujo a un trato personal con Himmler, jefe de las SS y de la Studiengesellschaft für Geistesurgeschichte‚ Deutsches Ahnenerbe e.V.(4), más conocida como la Das Ahnenerbe; en segundo, su posición personal de relación directa con el régimen y con Franco; y, finalmente, la posición oficial española frente al conflicto mundial, colaboracionista con las potencias del Eje en un primer momento y más “neutral” conforme el final de la guerra se inclinaba del lado de los aliados.


Pero contó con tres grandes enemigos que darían al traste con sus pretensiones: en primer lugar él mismo, con su carácter autoritario y resentido con la academia consiguió ponerse en contra a la inmensa mayoría de los arqueólogos del mundo académico; en segundo lugar, la coyuntura internacional tras Yalta y la guerra fría que hicieron que las potencias occidentales dirigieran su mirada a un país no aceptado inicialmente en el seno de las Naciones Unidas por su régimen fascista pro Eje, como un país que contenía la expansión comunista en el mundo; y, en tercer y último lugar, el colectivo de la academia que, formado fundamentalmente en la misma tradición liberal de la ciencia alemana que el propio Santa Olalla, no veía con buenos ojos la visión maximalista e intervencionista de un estado burocrático como pretendía Santa Olalla, a imitación de “herencia ancestral”.

Algunas reservas formales

La obra es indispensable para la comprensión del origen de la arqueología practicada en la España franquista posterior al aislamiento de la inmediata postguerra o, incluso, para la más reciente. Apreciamos en una obra de estas dimensiones un defecto formal que no es menor. El autor consigue darnos de forma absolutamente convincente el contexto ideológico y personal de los protagonistas, las luchas de poder, las razones de las decisiones entre bastidores de los diferentes responsables de la arqueología franquista, gracias a la ingente documentación consultada (legados, correspondencia, archivos públicos y personales…) amplia y correctamente referenciada en el capítulo “Fuentes Documentales”. Echamos de menos, sin embargo, una mayor referencia en el texto a todos estos documentos que podría haber hecho más pesada la lectura del mismo (quizá sea la razón que llevó al autor a optar por el formato editado definitivamente, aunque podría haberse solucionado con un sistema de citas a final de cada capítulo) pero que evitaría la sensación de leer un “relato” sin la argumentación y aparato crítico al que estamos acostumbrados. Es más, desprovistos de éste, y con la única ayuda del listado final “Fuentes Documentales” agrupadas por capítulos, es imposible atribuir a una u otra documentación muchas de las afirmaciones, escritos, cartas o documentos integradas en el cuerpo del texto. Haciendo dificultoso, pues, volver a consultar los originales en el caso de una continuidad de esta investigación, lo cual, no solo es deseable sino necesario. En el mismo orden de observaciones, algunos de los enormes listados de subvenciones de excavación acordadas podrían haberse incluido como apéndices al final del volumen. Sin embargo, habría sido del todo aconsejable que se anunciara debidamente que el capítulo 7 es la reproducción íntegra de un artículo del mismo autor aparecido 6 años atrás(5). Es precisamente este capítulo el que hace imposible leer con los mismos ojos los dos volúmenes, indispensables por otra parte, sobre las Necrópolis de Ampurias(6).

Historiografía arqueológica franquista

No obstante, a juicio de quien escribe estas líneas la mayor carencia de la obra es de una visión ampliamente historiográfica. El contexto ideológico, la trama personal y el imbricado institucional están bien definidos, pero a pesar del continuismo formulado y demostrado por F. Gracia, hubiera sido necesaria la correlación de todo ello con la historiografía y la producción bibliográfica de los protagonistas. Es probable que el autor de referencia en España sobre esta temática haya preferido dejar para un ulterior estudio las consecuencias bibliográficas de las posiciones ideológicas o las corrientes teóricas de los diferentes autores, pero me parece difícil aceptar que no puedan apreciarse diferencias y matices en los escritos de P. Bosch Gimperà, M. Almagro Basch o J. Martínez Santa Olalla (frutos de un mismo ambiente y formación académica) atribuibles al contexto social, político por el que transcurrieron sus biografías. Nada se dice, por ejemplo, del Historicismo en el que se encontraba inmersa por entonces la arqueología, corriente ligada íntimamente a la del Difusionismo en antropología. Relaciones que harían, quizá, más comprensibles el hecho de que el único apoyo internacional del fascista Santa Olalla fuera el del marxista V. Gordon Childe. Tampoco es evidente, aunque algún día merecerá la pena intentarlo, que pudiera entenderse con la ayuda del análisis historiográfico que la única visión de interpretación globalizante propuesta hasta entonces, como fue el Historicismo, practicada subsidiariamente por la escuela española de arqueología de principios del siglo XX, debido al filogermanismo de sus élites intelectuales, encontraran su eco en otra visión de carácter holístico como fueron las interpretaciones de Gordon Childe y sus propuestas relativas a las relaciones entre tecnología y civilización, y, especialmente, sus trabajos sobre los arios(7).

Un análisis historiográfico en profundidad de la producción de la arqueología franquista demostraría probablemente que las temáticas recurrentes de Santa Olalla (los visigodos hispanos como testimonio de la relación milenaria de España y Alemania y de la expansión germánica fuera de su foco geográfico de origen y los guanches canarios como descendientes de los arios de la desaparecida Atlántida) eran impúdicamente subalternas de Das Ahneberbe, a diferencia del arqueólogo de cabecera de B. Mussolini, Luigi Maria Ugolini, cuyas investigaciones pretendían legitimar una hegemonía transadriática  que se retrotraía al pasado imperial romano. En ese sentido queda bien patente que la función de la institución arqueológica de las SS no era otra que la de proporcionar “outils performants au service d’une idéologie bien précise... propagande raciale, exploitation coloniale des pays conquis...(8) como no sólo se hace bien patente en la simpatía dispensada a Santa Olalla por el propio Himmler, sino también en la lamentable escena en que, esperando la visita del jefe de las SS en las excavaciones de la necrópolis visigoda de Castiltierra (Segovia), los arqueólogos se apresuran a encontrar campesinos altos o rubios para demostrar hic et nunc la continuidad racial de los visigodos.

Un libro necesario

En cualquier caso, llama la atención el que la más nacional(ista) de las ciencias humanas, la disciplina científica y los científicos que, junto a la biología y los biólogos, más contribuyeron a la legitimación e investigación científica del III Reich sea la que más regulación requiere para su práctica por el Estado. No deja de llamar la atención que, tanto el gobierno legítimo de la II República como las autoridades de las zonas en conflicto cuyo patrimonio arqueológico podría ponerse en peligro y, posteriormente, los gobiernos de Franco (al menos de boquilla), se aplicarán con dedicación y esmero a la protección de los vestigios arqueológicos. Poniéndose en evidencia, por ejemplo, en el reconocimiento explícito de la actividad arqueológica de la República o de Bosch Gimperà por parte de Santa Olalla. O, implícitamente, en la continuidad de M. Almagro de la actividad iniciada por Bosch en Ampurias antes de la contienda y su encumbramiento como referente nacional en el extranjero, lo que le valdrá la cátedra de la Universidad de Madrid.

Del mismo modo, los útiles legales, reglamentarios e institucionales que se empiezan a poner en marcha a principios de siglo (inventario, investigación, intervenciones de urgencia, restauración, publicación, divulgación…) de las administraciones de uno y otro signo son los que se han mantenido vigentes en modelos de fuerte intervención estatal hasta la aparición en los últimos veinte años del neo-liberalismo y de la llamada arqueología liberal. Las radicales afirmaciones de Santa Olalla sobre la ineficacia de excavar sin publicar o sin restaurar los bienes recuperados, o sobre la innecesaria consignación presupuestaria sobre excavaciones si de la actividad arqueológica no se derivaban las consiguientes publicaciones y puestas en valor,  siguen llenas de una actualidad que perturba. Desconcierto que solo puede entenderse en el contexto de “une science au service des masses, fortement subventionnée et contrôlée par l’État totalitaire”(9). No en vano Santa Olalla tildaba con desprecio a sus adversarios de la Academia de “liberales”: el monárquico marqués de Lozoya , a la sazón director general de Bellas Artes y jefe superior en el escalafón administrativo; Martín Almagro Basch originario de una acomodada familia aragonesa o el liberalismo confeso de su antiguo maestro P. Bosch Gimperà, posiciones que irán abriéndose camino en el régimen conforme fue cambiando el contexto internacional.

¿Esa será la arqueología imperante en la España del boom económico y del desarrollismo liberal y opusdeista? Otro libro de F. Gracia o de sus alumnos podría responder a la pregunta. No en vano, la resistencia de la arqueología desde los momentos finales del franquismo y de los primeros años de la democracia reaccionó contra una arqueología oficial sin recursos y de acumulación de datos positivos exclusivamente procedentes de la excavación (en la versión más decadente del Hstoricismo de corte alemán) aceptando las influencias del neo-evolucionismo izquierdista de origen anglosajón de L. A. White o de J. H. Steward, aceptando los postulados ambientalistas y desplazando el objeto de interés del sitio, del yacimiento, a la información off site, y el consiguiente mayor recurso a la prospección como fuente de conocimiento en la comprensión de la implantación de las sociedades en el medio físico.

Se trata, pues de un libro necesario. Necesario para los arqueólogos españoles que pueden, así, conocer el acta de nacimiento de su disciplina y de los protagonistas de la misma. Necesario para el ciudadano que, a través del ejemplo de una ciencia y la práctica administrativa de ésta en permanente peligro por la injerencia del poder(10), puede apreciar cómo se produjo la “transición” a través de la depuración de, incluso, los conserjes de los museos en función de los informes policiales que detallaban las filias ideológicas como la afiliación sindical previa a la guerra.

A veces, a la generación de los “nietos” de la guerra se nos ha pretendido mostrar la cara más amable y liberal del régimen de Franco. Esa cara más amable se pretende renacer con proyectos historiográficos donde se canalizan temáticas a través de proyectos editoriales revisionistas como la revista Historias de Iberia Vieja donde tienen especial cabida las temáticas que ya interesaban a Santa Olalla. Libros como este desmienten sin dogmatismos esa cara amable.

(1) I. Bardies, J.-P. Legendre, B. Schnitzler (dirs.), L’archéologie en Alsace et en Moselle au temps de l’annexion (1940-1944), Strasbourg-Metz, 2001; A. Schnapp, L’autodestruction de l’archéologie allemande sous le régime nazi, Vingtième Siècle. Revue d'histoire, 2003/2, nº 78, p. 101-109; J. Chapoutot, Le national-socialisme et l'Antiquité, Presses universitaires de France, París, 2008 (véase la reseña de A. Pédron en Nonfiction, L'Antiquité détournée)
(2) M. Menéndez Alzamora, La Generación del 14. Una aventura intelectual, 2006.
(3) M. Fuentes Codera, Los intelectuales españoles y la Gran Guerra: ¿un caso excepcional?, Storica. Rivista quadrimestrale, núm. 46, 2010, pp. 54-57.
(4) “Sociedad para la Investigación y Enseñanza sobre la Herencia Ancestral Alemana”.
(5) Arqueología de la memoria. Batallones disciplinarios de soldados-trabajadores y tropas del ejército en las excavaciones de Ampurias (1940-1943), in C. Molinero, M. Sala y J. Sobrequés, eds., Una inmensa prisión. Los campos de concentración y las prisiones durante la Guerra Civil y el franquismo, Barcelona: Crítica, 2003, 37-59.
(6) M. Almagro Basch, Las necrópolis de Ampurias, Barcelona, 1953.
(7) The Aryans: A Study of Indo-European Origins, 1926.
(8) A. Schnapp, L’autodestruction de l’archéologie…
(9) A. Schnapp, L’autodestruction de l’archéologie…
(10) Cuando escribo estas líneas es de actualidad la exhumación del cadáver de S. Bolívar.

miércoles, 18 de agosto de 2010

¿QUÉ FUE DE... LA DAMA DE LA BOATELLA?

Josep Vicent Lerma
Levante-EMV, 23 de noviembre de 2008

Transcurridos más de año y medio desde el descubrimiento de amplio eco mediático durante aquellos lejanos idus de marzo de esta notable figura escultórica de la antigüedad local en el curso de unas excavaciones privadas efectuadas por la arqueóloga de empresa Tina Herreros en el entramado de viejas callejas cercano al Mercado Central, dado a conocer puntualmente en estas mismas páginas "Hallan una estatua romana de la época imperial y de un metro de altura en pleno centro de Valencia" (Levante-EMV, 28-03-07) y de un pulcro reportaje fotográfico de Josep Manel Vert en el número 26 de la revista Valentia, apenas nada más ha vuelto a saberse de la atinadamente intitulada "Dama de la Boatella", en honor del primigenio boalar o dehesa para pastos de manadas de bueyes, "bovata" y "bovatella" M. Sanchis Guarner dixit, de la vetusta ciudad de Valencia, paraje que albergó una extensa necrópolis entre los siglos II y VII de la era común y muchos años más tarde un populoso arrabal islámico; remedando el famoso busto ibérico de la Alcudia de Elche o la irrisoriamente bautizada como "Dama de Paterna", una cabeza de guerrero con yelmo pintada en verde y manganeso sobre un plato del siglo XIV. Del mismo modo que tampoco ha trascendido a la opinión pública desde entonces avance académico alguno que se sepa en cuanto a nuevas investigaciones sobre su definitiva adscripción iconográfica como una de las siete Musas o bien alguna de las muchas divinidades femeninas latinas.

Salvo la indicadora especie deslizada el 11 de abril siguiente en el blog de la fundación Mare Nostrum "El Museo de Historia de Valencia albergará la nueva escultura romana" (sic) o las ajustadas apreciaciones del profesor José Luis Jiménez en el sentido de que se trataría en realidad de una representación de la Fortuna, que sostendría en su flanco derecho un desaparecido timón con el que pilotaba la suerte de los hombres y sujetaría con la mano izquierda el igualmente perdido mitológico cuerno de la abundancia de la cabra Amaltea, en el contexto originario de un conjunto monumental de carácter funerario (Levante-EMV, 5-04-07), recogidas en una cabal crónica de J.R. Seguí. Deidad a la que uno de los ciudadanos "valentini" Titus Rubrius Restitutus ya dedicó a sus expensas un ara o pedestal a finales del siglo I A.D. en la privilegiada demarcación del foro de la colonia.

En este orden de cosas, no está de más recordar que esta ignota efigie de mármol blanco, cuya pierna diestra extendida le sirve de apoyo mientras flexiona delicadamente la contraria, paradójicamente descabezada por infortunio histórico, gracias a la buena calidad de la labra de su sofisticada indumentaria, una especie de "peplum" con cíngulo sobre túnica de múltiples pliegues verticales, tallada según una técnica ya apuntada en un primer momento similar a la de los "paños mojados", más de cien años después del precursor descubrimiento durante las obras de apertura de la calle de la Paz en 1899 de un interesante torso marmóreo de atleta, podría constituir uno de los mejores hallazgos escultóricos romanos efectuado nunca en el subsuelo de nuestra mediterránea urbe.

Precisamente es esta excelencia algo superior a la genérica de los talleres lapidarios provinciales de nuestro entorno geográfico la que nos ha llevado a indagar en la medida de nuestras posibilidades entre los potenciales modelos helenísticos inspiradores de esta arcana dama valentina, los cuales podrían remitir sobre la base de la peculiar botonadura de sus escuetas mangas a la refinada Fortuna-Tyche del siglo II A.D. del Museo Arqueológico de Estambul procedente de la remota Prusias ad Hypium (Turquía).

Finalmente y a modo de corolario, para no salirnos de la moda, hagamos también votos a los dioses, en este caso a la propia Fortuna, para que la desenterrada Dama de la Boatella no termine ayuna de la mirada de los valencianos como el mosaico de las Siete Musas del Pouaig de Montcada, inicuamente retirado de las salas de exposición pública del Museo de Bellas Artes "San Pío V" o acaso convertida en un recurrente "remake" del manido pétreo y artificial Augusto parlante del Foro de Caesaraugusta (Zaragoza) por mor de las nuevas tecnologías, con ribetes de atracción de feria. Un punto pintoresco y otro tanto impropio. Votum libens solvit.

EL MANUSCRIT ANDALUSÍ

Mapa de la “Península de Al-Andalus” (s. XIII)
Josep Vicent Lerma
Levante-EMV, 9 de octubre de 2008

Ara que comencen a poblar-se els fanals del Cap i casal de banderoles anunciadores de l'autonòmicament excloent retafila d'esdeveniments commemoratius del 800 aniversari del naixement del rei Jaume I el Conqueridor, fundador crepuscular en el context feudal europeu de la nostra diferenciada identitat política i territorial com a regne croat, allà pels albors del segle XIII, en l'encertada terminologia de I. Burns. Festejos autàrquics sobre els quals ja em vaig pronunciar en aquestes mateixes pàgines en l'article “El Jonc Onaniste” (Levante-EMV, 01-06-08), la qual cosa m'excusa ací de repetir els mateixos arguments exposats llavors quant al seu caràcter voluntariamente solipsiste.

Pareix no ser de més en aquests moments portar a col·lació un menut fragment d'una incòmoda, quan no menyspreada realitat històrica primigènia, materialitzada en l'inadvertit entre nosaltres descobriment d'un cèlebre manuscrit àrab perdut d'un genuí valencià avant la letre, el literat Abu-l-Mutarrif Ibn Amira d'Alzira (al-yazira) (1184-1260), l'illa del Xùquer, testimoni al seu pesar de la triomfal entrada a València del cristià "Tirà de Barcelona" junt amb el seu amic Ibn al-Abbar en la tardor atziaga de 1238.

En efecte, es tracta de l'extraordinari còdex andalusí que s'havia donat per extraviat des de feia segles, el "Tarij Mayurqa", una història dels esdeveniments de la veïna Mallorca entre els anys 1203 i 1232, incloent la versió musulmana de la violenta conquista catalana de l'illa, escrit per aquest poeta de València que va arribar a ser cadi o jutge de Xàtiva i Palma durant els instants finals de l'etapa almohade, el sensacional descobriment del qual per part del professor oranés ben Ma´mmar va tindre lloc ni més ni menys que en les remotes dunes del desert de Tinduff (Algèria) entre els llibres d'alguna oblidada biblioteca islàmica, semblant a les què malgrat tot preserven miraculosament en l'encara més llunyana Tombuctú, junt amb les riberes del Níger, alguns pàl·lids reflexos de l'esplendor del llegat cultural d'al-Andalus. En aquest orde de coses i a manera de corol·lari, no em resisteixc modestament a demanar dels doctes comissaris de totes aquestes magnes exposicions jacobines i responsables culturals autonòmics una mínima vocació de catarsi reparadora cap a la civilització trencada i vençuda en aquell crucial envit històric, per mor d'un sempre postergat diàleg de civilitzacions, protagonitzat singularment per personatges com el nostre desventurat intellectual àrab-valencià Ibn Amira, dit al Mahzumi, autor de la seua elegíaca "Carta a un amic", mort finalment lluny de la seua terra natal en l'exili de Tunis.

Just afany susceptible de cristal·litzar en una equitativa cooperació institucional dels valencians actuals amb els nostres fraterns veïns de l'altre costat de la mar en l'ambiciós projecte editorial de traducció a la nostra llengua comuna d'aquesta recobrada obra d'entre les arenes del Sàhara, que ja està sent dut a terme pel benemèrit arqueòleg i arabista G. Rosselló-Bordoy, després de la seua colossal edició bilingüe del Repartiment de Mallorca o Llibre del Rei, a costa del Parlament dels Illes Balears.

EL JONC ONANISTE

Josep Vicent Lerma
Levante-EMV, 1 de junio de 2008

La comparativament onerosa passada pel sedàs mediàtic de les triomfals imatges de la actual consellera de Cultura, Trinidad Miró, el passat 30 de març, suportant estoicament amb els braços creuats la xarrada abocant el cabàs de l´arquitecte àulic Salvador Vila amb la palma de la mà expressivament oberta o assenyalant algun detall arquitectònic amb l´inquisidor índex esquerre, davall l´emblanquinada volta d´amagades rajoles roges de 300 tones de pes mort de ferro i ciment, reconstruïda ex novo i impostada en el refectori neogòtic de Santa Maria de la Valldigna, flors i violes per a Viollet le Duc, amb aquelles més pelegrines on s´observa un major desemparament peripatètic de la mateixa sobre les venerables lloses de l´ombrívol claustre i incomoditat posterior amb motiu de l´ofrena d´una corona de llorer proveïda d´un esponerós llaç amb els «quatre rius de sang» comuns, en el creuer de l´església-panteó reial del monestir de Poblet, amb motiu de la commemoració del 800 aniversari del naixement del compartit rei Jaume I, com hermètic convidat de pedra amb les mans juntetes demunt la falda, abillada amb diferencial vestit-jaqueta albí, junt amb un ferm mosso d´esquadra i els presidents autonòmics -tots ells de rigorós fosc- de Catalunya, Aragó i les illes Balears, antics territoris integrants de la Corona d´Aragó.

Expliciten semànticament el secessionista valencianisme d´espardenya, que arma pesadament el beat relat popular del molt honorable president de la Generalitat Valenciana, en un palmari exercici de funambulisme ideològic en el si del més ampli revisionisme espanyolista del president de Faes perpetrat en les seues Cartas a un joven español, on vel·leïtosament José Mª. Aznar descriu en negatiu a Espanya si fa no fa com «una nación constituida frente al Islam», a agosarat despit de reputats hispanistes i acadèmics com el mateix Américo Castro, que ja en el segle passat va reblar el clau de la importància de les minories jueva i musulmana en la conformació de l´autèntic «ser de España».En aquest sentit, siga prou subratllar amb més motiu la buida cartelleria institucional, adobada pel lema foc d´encenalls «Un passat per a un futur», triada intencionadament pels organitzadors de la dita autònoma commemoració valenciana del naixement del rei Conqueridor, construïda sobre una anacrònicament aséptica armadura blanca de plaques metàl liques, més pròpia dels segles XV-XVI que no del genuí arnés del cavaller del segle XIII, caracteritzat en realitat per l´ús del casc hemiesfèric llis capell de fer i de la doblegadisa cota de malla, inclús estèticament comparable amb la iconografia promocional del guantellet burinat cobrint un nu cos femení de la pellícula de Vicente Aranda sobre el cavaller Tirant lo Blanc (2006) o les coentes armadures dissenyades per Bob Ringwood per a Excalibur, de John Boorman (1981).

A manera de corol·lari entorn d´aquesta solitària celebració regnícola en curs curta de gambals, així com en punt a les reticències i suspicàcies institucionals abocades pel broc gros front la pura proposta del Consell Valencià de Cultura (CVC) de retolació com a plaça de Jaume I de la totèmica esplanada municipal, que converteixen el rei fundador inclús en un personatge històric sospitós davant dels ulls criolls del regionalisme vernacle, no es pot menys que portar-se a col·lació la cèlebre paràbola de la Mata de Jonc de la cèlebre Crònica de Ramón Muntaner, escrita en la seua alqueria de Xirivella allà pel segle XIV: -E si nengun me demana: En Muntaner, quin és l´exempli de la mata de Jonc? Jo li respon que la mata de jonc ha aquella força que, si tota la mata lligats ab una corda ben forts, e tota la volets arrencar ensems, dic-vos que deu hòmens, per bé que tiren, no l´arrencaran, ne encara con gaire més s´hi prenguessen: e si en llevats la corda, de jonc en jonc, la trencarà tota un fadrí de vuit anys, que sol un jonc no hi romandrà. E així seria d´aquests tres reis, que si entre ells hi havia devisió neguna ne discòrdia, ço que Déus no vulla, fèts compte que han de tals veïns que pensarien de consumar la un ab l´altre. Per que és mester que d´aquest pas se guarden; que mentre tots tres sien d´una volença, no temen tot l´altre poder del món, ans així com davant vos he dit, seran tots temps sobirans a llurs enemics.

martes, 17 de agosto de 2010

APÓLOGO DE FILODEMO: LA LUNA Y LOS CANGREJOS

Josep Vicent Lerma
Levante-EMV, 1 de septiembre de 2004
Platón y Aristóteles.
Detalle del cuadro de Rafael: La Escuela de Atenas

Han pasado casi mil setecientos años y ahora de nuevo se escuchan los sonidos de los golpes de pico de los improvisados excavadores desgarrar la tierra en las sombrías estancias de la villa de Lucio Calpurnio Pisón, conocida más tarde como Villa de los Papiros por albergar en su biblioteca mis tratados científicos escritos en griego, custodiados por los bustos de Artemisa y Empedocles, un siglo después de haberle entregado el óbolo a Caronte.

Las primeras excavaciones en el área vesubiana fueron realizadas por el general Manuel Mauricio de Lorena Príncipe Elboeuf hacia 1713, esto es con anterioridad a los esponsales del rey Carlos de Borbón (1738), futuro Carlos III de España, con María Amalia Cristina de Sajonia, sacando a la luz pedazos de patinados bronces ecuestres.

En cambio las no menos provectas reliquias de la según el desventurado Plinio el Viejo colonia Valentia de la provincia Tarraconense, en el extremo occidente del Mare Nostrum, entre ellas diversas inscripciones de los valentini veterani et veteres y una escultura de togado romano, ya vieron la luz con más media centuria de anticipación a los afamados descubrimientos napolitanos, al vaciar las trincheras de los cimientos de la Basílica de la Virgen de los Desamparados en el siglo XVII.

Precursores hallazgos dados a conocer minuciosa y ejemplarmente el año 1653 por el adelantado Joseph Vicente del Olmo en su Lithología o explicación de las piedras y otras Antigüedades halladas en las çanjas que se abrieron para fundamentos de la Capilla de nuestra Señora de los Desamparados de Valencia.

Ahora que los genius loci vindicativos de la ley del Talión y los espíritus fratricidas de Rómulo y Remo auspiciados por los dioses lares valentinos parecen trasladarse en el funesto ferragosto a la urbe de Pompeya, en la Campania adoptiva de este filósofo seguidor de Epicuro, los viejos recuerdos traen a la mente el Mito de la Caverna de Platón: Por lo que se refiere al estado en que se encuentra la naturaleza humana con relación a la ciencia y la ignorancia, puedes hacer una comparación con el cuadro que te voy a trazar. Imagina una especie de cueva..., y unos hombres que están en ésta desde su niñez encadenados... Detrás de ellos arde un fuego cuyos resplandores los alumbra, y un camino que cruza la caverna, entre el fuego y los condenados. Supón que a lo largo de este camino ha sido puesto un muro... Figúrate ahora unos hombres que, a lo largo del muro, transportan toda clase de objetos; objetos que sobrepasan la altura del muro y que son figuras de hombres y de animales.

Donde las meras sombras de la impostura son tenidas por realidades ciertas, como los nuevos Alcubierres cansados de horadar aquí y allá las cenizas del tedio, se trasladan a otros lugares en busca de nuevas amenidades, por más que según el sabio tedesco Winckelmann la sensibilidad del ingeniero militar español, responsable real de la zapa de pozos y galerías en los sedimentos eruptivos, enviados por el ilustre cojo Vulcano el 24 de agosto del año 79, incluso con pólvora si se terciaba, tenía que ver con las Antigüedades lo mismo que la luna con los cangrejos, como los cabalgados por amorcillos pintados en la Casa de los Vetti.

 La noticia más leída en relación al tema Patrimoni de e-valencia.org:

8287 lecturas el 18 de agosto de 2010

domingo, 1 de agosto de 2010

LA RESURRECCIÓN DE LÁZARO (II)

Ricardo González Villaescusa
Josep Vicent Lerma

Levante-EMV, 1 de agosto de 2010

Una de las razones que pueden explicar la desconexión entre la reciente muestra divulgativa "El tribunal de las Aguas de Valencia. 1050 años de justicia de la Huerta de Valencia" y los conocimientos históricos probados, puesta en solfa en una primera entrega periodística nuestra sin réplica conocida (Levante-EMV, 15-6-10), reside en la disociación total entre las políticas públicas y la investigación académica, tal como hemos venido reiterando en numerosos artículos como "Los nuevos usos de l´Horta o la Resurrección de Lázaro" (Levante-EMV, 8-4-06).

Así pues, en esta prometida continuación hemos aprovechado para centrarnos en revisitar conceptos tales como el de que la Huerta es un paisaje agrario, y los paisajes, tan de moda hoy con dirección general propia patroneada por Arantxa Muñoz, son objeto de una acción territorial realizada fundamentalmente con criterios de urbanistas, arquitectos, paisajistas... cuya visión de los mismos solamente es dinámica en un sentido unívoco: desde el presente hacia el futuro. Desde el momento mismo en que nuestra eco-depredadora civilización post-industrial interviene para "ordenar" donde antes solo había aparente desorden.

En este sentido, ya hemos propuesto que se hace imprescindible determinar el papel morfogenético que ejercen los paisajes, de manera que se puedan determinar los casos en que la finalidad y forma de la ordenación del territorio podría ser dictada por los estadios antiguos del paisaje (Más allá del concepto de sostenibilidad, el de resiliencia..., Levante-EMV 12-3-06). Si queremos entender la forma en que las sociedades del pasado actuaron y las del mañana actuarán en el territorio, debemos reflexionar sobre la resiliencia (sostenibilidad) de las elecciones que se tomaron en el pretérito y la capacidad de una estructura paisajística para absorber impactos, pero también, en cuanto a la capacidad de aprovecharlos, participando, desde ese instante, en la propia historia de estos constructos espacio-temporales.

Todo ello nos conduce al fallo imperdonable, enquistado en la vigente legislación patrimonial (LPCV, Ley 4/1998), de no considerar los Paisajes Históricos como tales y consecuente con la inexistencia de una verdadera política integral de ordenamiento del país que tome en consideración las estructuras de suelos cronológicamente datados, porque no otra cosa que históricos son la mayoría de nuestros paisajes.

De aquellos polvos estos lodos y consecuentemente, cuando se lee en el Plan de Acción Territorial de Protección de la Huerta (PAT), las consideraciones históricas sobre la misma, es cuando encontramos la confirmación del dispendio del dinero del contribuyente en la financiación y edición de estudios históricos que no tienen la suficiente repercusión pública.

Así es posible observar en dicho PAT que desde la época islámica existió un equilibro entre la ciudad y la huerta, inalterable hasta el siglo XIX, como si la huerta irrigada, una vez lograda su configuración clásica, se hubiera mantenido en lo sustancial sin cambios hasta la llegada de la industrialización. El argumento histórico es subalterno pues. Una foto fija proyectada sobre el decurso temporal. Imagen por consiguiente tan fosilizada como la que cada jueves nos muestra unos venerables síndicos de las acequias de la Vega reunidos litúrgicamente para dirimir sobre ningún pleito, como consecuencia de la reducción de la extensión de la red de canales de riego de más de 300 km a menos de 50 km en las últimas décadas. Circunstancia sobre la que no conviene olvidar la advertencia de Thomas Glick: "Cuando desaparezcan los regantes se acabará el Tribunal de las Aguas" (Levante-EMV, 14-06-10).

Ello supone que para evitar la definitiva extinción de la Huerta los agricultores deberían ser remunerados "por los servicios ambientales prestados" o en su defecto que los habitantes de la ciudad deberían asumir una tasa pro-conservación de una huerta tan próxima, y que lo recaudado incidiera en la mejora de las magras rentas de nuestros labradores. Porque, in fine, nadie cree que pueda salir adelante este Plan de Acción Territorial, la novedosa política sobre el paisaje y el discurso radical por momentos, nace sin presupuesto (Levante-EMV 28-5-09). Confiando la dirección general del ramo el éxito de dicho Plan a la contingente implicación de agentes privados y de los ayuntamientos concernidos al albur del obsecuente argumento, sin más, de que el futuro pasa por optar por la viabilidad de una Huerta sostenible (Levante-EMV 29-6-08), sin agotar las posibilidades de las herramientas jurídicas que el legislador tiene en su haber para desarrollarlo. Obviando que la voracidad de la naturaleza es tan antigua como la aparición de las ciudades en el medioevo tardío y la consiguiente pérdida del lazo simbiótico del hombre con su medio ambiente, que conducirá a la tematización del paisaje como inquietud a tenor de las tesis de Michael Jakob (Le paysage, París, 2008).

Por último, para concluir esta filípica sobre la anunciada muerte de la Huerta de Valencia, no podemos dejar de consignar un pequeño atisbo de esperanza, a pesar de los posicionamientos públicos del actual responsable del urbanismo de la ciudad de Valencia contrarios a una Huerta "cultivada por funcionarios", en las prometedoras iniciativas de adquisición pública de suelo en los denominados "huertos urbanos", de gestión directa o indirecta, en el controvertido proyecto de Sociópolis y en el entorno del antiguo monasterio de San Miguel de los Reyes.

Tercer artículo más votado del día 1 de agosto por los lectores de Levante-EMV!!!

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