Josep Vicent Lerma, Levante-EMV, 7 de agosto de 1999
Los supuestos baños árabes del Almirante de Valencia fueron objeto, entre los años 1991 y 1993, de importantes intervenciones arqueológicas cuyos objetivos no eran otros que conocer en profundidad la realidad arquitectónica de los parámetros de dicho edificio balneario, declarado por el Consell bien de interés cultural (BIC) en 1990, como etapa previa a su definitiva restauración.
Considerados desde Laborde hasta entonces como el único ejemplo de construcción civil perteneciente al momento islámico conservado en pie en la ciudad de Valencia, las citadas investigaciones le arrebataron tal condición, asignándole una fecha de construcción de principios del siglo XIV, ya en un momento plenamente cristiano-medieval, lo que evidentemente no le resta un ápice a su valor patrimonial, sino todo lo contrario, al posibilitar su nueva adscripción al desconocido contexto cultural del mudéjar local, en el que se incluiría asimismo el primitivo Almudín valenciano.
Comenzadas las labores de restauración en el ya lejano año de 1994, el proyecto entonces en curso contemplaba la restitución de la desaparecida columnata del vestuario, derribada en el año 1800, utilizando para ello fustes de piedra no originales, que dejando a un lado la prohibición taxativa de las reconstrucciones de bienes culturales inmuebles que determina la ley de patrimonio histórico español (ley 16/1985), todavía pueden verse hoy sin armadura o forjado alguno, junto a las abovedadas salas contiguas del propio baño. Y ello a pesar de las declaraciones efectuadas a Levante-EMV en el año del Señor de 1996 (martes 27 de marzo) por el arquitecto Higinio Picón, jefe del Servicio de Gestión Inmobiliaria de la Conselleria de Hacienda, en las que se anunciaba la prevista recuperación definitiva del estado original del monumento a finales de aquel mismo año.
Casi tres largos años después, los baños del Almirante, desprovistos de su portada neomudéjar, muestran en la actualidad una lamentable imagen externa de aparente abandono y paralización, con provisionales cubiertas de uralita, tapiados de ladrillo e improvisadas puertas de madera, tras las que se vislumbran algunas de las nuevas columnas con capiteles lisos, de las diez programadas inicialmente en el proyecto rehabilitador.
Presente situación que para mayor abundamiento contrasta con el creciente interés patrimonial que estas arquitecturas vienen despertando en el ámbito estatal entre aquellos sectores implicados en el fortalecimiento del denominado turismo cultural, como potencial fuente de ingresos económicos de los conjuntos urbanos y centros históricos. Tendencia palmariamente ejemplificada en las I Jornadas de Patrimonio Histórico. Baños Árabes. Arqueología y Restauración, celebradas en Ronda (Málaga) en octubre de 1998.
Por todo lo cual, a la luz de tal estado de cosas, y toda vez que los técnicos del Ayuntamiento de Valencia han demostrado sobradamente su solvente competencia profesional en el acondicionamiento arquitectónico y puesta en valor museográfico de enclaves como la denominada cripta de la cárcel de San Vicente, las ruinas romanas de la Almoina o la futura galería del Tossal, parecería conveniente iniciar una serena reflexión sobre la conveniencia de implementar una posible solicitud de cesión de uso de los baños del Almirante en este sentido que redundara en su siempre pospuesta recuperación e integración patrimonial, de acuerdo con lo previsto en el artículo 90.3 de la ley del patrimonio cultural valenciano (ley 4/98), sobre el uso de inmuebles de titularidad pública, en el que se establece que «las administraciones públicas, cuando sea conveniente para la mejor conservación, restauración y promoción de los bienes inmuebles incluidos en el inventario general del patrimonio cultural valenciano de que sean titulares, podrán céder el uso de tales bienes, incluso de los declarados de interés cultural, a las personas o entidades que lo soliciten y garanticen adecuadamente el cumplimiento de los fines mencionados». Lo que parece ajustarse como anillo al dedo a la problemática patrimonial de este injustamente olvidado monumento valenciano.
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