lunes, 23 de mayo de 2011

DE CUÁDRIGAS Y LUPANARES

Josep Vicent Lerma
Levante-EMV, lunes 23 de mayo de 2011

Tres años después de que la revista «Valentia» publicitase en la portada de su ejemplar n.º 30 de 2008 el ampuloso titular «De las cuádrigas romanas a la Fórmula 1», cuando las primeras gradas comienzan a remontarse un año más en el intermitente «Valencia Street Circuit», para dar cabida a los espectadores del estruendoso circo de los bólidos de la Fórmula 1 en los aledaños de dársena portuaria y el impacto económico real de los grandes eventos como éste en Valencia continúa siendo puesto en solfa por analistas económicos, en el mejor de los casos, 403 millones de euros de valor en términos de la producción y 1.528 empleos generados por el GP de Europa de 2008 (Levante-EMV, 24-8-2009), lo que ciertamente resulta palmario es, sino este artificioso enraizamiento en los cruentos espectáculos de masas de la antigüedad, su incuestionable repercusión en el incremento de los presuntos pingües ingresos pecuniarios del escabroso sector que se desenvuelve en torno al oficio más viejo del mundo.

Evocación de la ciudad de Valentia y su circo
Esta vez sí, en clara emulación de los tráficos carnales habituales en los alrededores de monumentos públicos y anfiteatros de la capital del imperio o de algunas de las notorias urbes provinciales de Hispania, inflamados por las competiciones entre aurigas blancos, azules, verdes y rojos o los sangrientos juegos de gladiadores, a tenor de los reclamos todavía publicados en estos últimos años en la sección de catalogados de nuestros periódicos vernáculos con guiños explícitos de estilo hooliganesco de «Calienta motores cerca del circuito. Next to the circuit 20 beautiful ladies», «F1. ¿Quieres tu Gran Premio?», «Disfruta de la Fórmula 1 con la compañía de las mejores señoritas de Valencia», «Con la…Fórmula Uno 60 buenas razones para que te aceleres. Really pretty girls waiting for you» o los frecuentes anuncios solicitando urgentemente en internet escorts para el fin de semana de la Fórmula 1, como antaño sucedía con las populares «gaviotas» de la VI Flota americana.

Escena erótica sobre una copa ática, ca. 510 a. de C.
Museo del Louvre. Wikipedia.
Lo que en una ciudad mediterránea como la nuestra, en la que hasta hace poco era fácil tropezarse en plena plaza de España con cartelería publicitaria a todo color del ahora célebre club de alterne Majestic Palace (Levante-EMV, 11-3-2011), promocionando literalmente «el retorno de Pompeya en sus termas del placer» para noches Vips —y a todas éstas, sin saberlo el arqueólogo Albert Ribera—, o publicidad de modelos de alto nivel —«cuando el lujo no es suficiente»— en carteleras de ocio nocturno, también, cómo no, «Calentando motores en el spa erótico más exclusivo, para hombres, mujeres y parejas». Por otra parte, no dejaría de formar parte de una secular tradición de tolerancia urbana, «dels pecats del piu Déu s´en riu», en la que se inscribía hasta el siglo XVII el renombrado arrabal valenciano de la «Pobla de les fembres pecadrius», «Bordell» o «Partit», pastoreado por el histriónico personaje del Rei Arlot.

Lucerna con escena de sexo bizarro
Escena de komos sobre ánfora ática. ca. 560 a. de C.
Staatliche Antikensammlungen de Munich. Wikipedia.
No en balde, la palabra «fornicación», tan denostada por los padres de la Iglesia, deriva de la latina «fornix» y su plural «fornices» (bóvedas), por ser bajo la protección de los pórticos abovedados de numerosos hipódromos, teatros, etc., donde las meretrices ambulantes romanas («prostibulae») desarrollaban por antonomasia sus prácticas amatorias, como el olvidado circo de Valentia, al que ya dedicamos el artículo de opinión. ¿Qué fue del circo romano de Valentia? En estas mismas páginas (Levante-EMV, 22-2-2000), o el propio estadio del emperador Domiciano, oculto bajo la actual plaza Navona de la capital italiana.

Casuística, al fin y a la postre, merecedora en el casto parecer de quien esto suscribe de ser incluida en la antológica obra «La Valencia prohibida: sexo vigilado en la ciudad» (2005) del bibliófilo Rafael Solaz.

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