domingo, 27 de noviembre de 2011

OBRAS PÚBLICAS PARA DIOS

Nos congratulamos de que nuestros artículos puedan provocar respuestas, como fue en su día, o sanos debates cívicos. Entendemos que hay una secuencia de hechos difícil de negar entre nuestro El patrimonio eclesiástico... ¿Es sagrado? del 5 de noviembre y este reportaje aparecido hoy en las páginas de Levante-EMV. Damos cabida al artículo de Paco Cerdà así como a la entrevista que realiza el mismo periodista a Jaime Sancho, presidente de la la comisión diocesana de patrimonio histórico-artístico del Arzobispado de Valencia.

Coincidiendo en el tiempo, y, por supuesto, con el tema, aprovechamos para dar difusión del programa de la VIII Jornada laicista anual de Europa Laica: LAICISMO, HOY, que tendrá lugar el próximo 4 de febrero en Sevilla.

PACO CERDÀ-Levante-EMV, 27 de noviembre de 2011
Restauradoras de La Llum de les Imatges. Foto Levante-EMV

Las ayudas de la Administración valenciana a la rehabilitación del patrimonio de la Iglesia superan los 159 millones en doce años - Es más que el presupuesto anual del Consell para colegios y discapacitados.

Cuando en una iglesia valenciana se rompe la campana, hay que cambiar la vidriera, adecentar los frescos, renovar la cubierta o mejorar la afinación del viejo órgano, el párroco no fía la solución a ningún milagro. Se llama a la Administración y, en multitud de ocasiones, se consigue el dinero para llevar a cabo la obra o financiarla en parte. Una investigación realizada por este periódico en las cuentas de las grandes administraciones de la Comunitat Valenciana revela que, en los últimos doce años, la Generalitat, las tres diputaciones provinciales y la fundación pública de La Llum de les Imatges han invertido al menos 159,5 millones de euros en la restauración de bienes que pertenecen a la Iglesia.

Aunque la cifra real será más elevada —porque aquí no se computan algunas anualidades, disgregadas en diversas partidas, de la mayoría de las instituciones implicadas, ni tampoco se rastrea a los ayuntamientos—, la cantidad obtenida ilustra un hecho revelador: que la Administración valenciana dedicó a bienes eclesiásticos más dinero del que el Consell destinará el próximo año, de forma conjunta, a la construcción y mejora de colegios e institutos (Ciegsa, 128 millones) y al Instituto Valenciano de la Atención a los Discapacitados y Acción Social (26 millones), que gestiona buena parte de las ayudas a la integración. La fundación La Llum de les Imatges, creada por la Generalitat y financiada a través de los presupuestos de la Conselleria de Cultura, es el gran canal para rehabilitar el patrimonio eclesiástico valenciano con dinero público. Creada en 1999, ha invertido 98 millones de euros en las nueve exposiciones realizadas hasta el momento. De ese montante —descontando la inversión en edificios civiles o de propiedad municipal—, la Llum de les Imatges ha gastado 86,1 millones de euros en la restauración del patrimonio eclesiástico valenciano en los últimos doce años.

En cifras, han sido 2.680 obras restauradas (sí, casi 3.000) entre bienes muebles, pinturas, esculturas, orfebrería, tejidos, documentos y patrimonio artístico fijo en los edificios intervenidos, como pinturas al fresco, decoraciones escultóricas, retablos o claves. Pero, sin duda, lo más costoso ha sido la restauración arquitectónica de grandes templos: las catedrales de Valencia, Segorbe, Orihuela o las concatedrales de San Nicolás de Alicante y la de Santa María de Castelló; la Seu de Xàtiva o las iglesias arciprestales de Vila-real y Sant Mateu; el palacio episcopal de Orihuela o la casa abadía de Sant Mateu; y casi una veintena de iglesias importantes (como las de San Juan de la Cruz, San Esteban o San Martín Obispo y San Antonio Abad en el cap i casal), así como monasterios, conventos, ermitas, ermitorios, seminarios y santuarios.

La ayuda de la Generalitat no acaba ahí. Según los datos de la Conselleria de Cultura, su Dirección General de Patrimonio invirtió casi 12,2 millones de euros en la mejora de bienes de titularidad eclesiástica entre 2007 y 2011, y el Institut Valencià de Restauració destinó «aproximadamente 18 millones de euros» en el patrimonio de la Iglesia. Son más de 30 millones de euros en seis años en campanas, pinturas murales, órganos y reparaciones arquitectónicas. El otro departamento autonómico que le paga obras a la Iglesia es la Conselleria de Infraestructuras. Entre 2002 y 2011 subvencionó 25 proyectos con más de 19,7 millones de euros en ayudas.

Diputación: el legado de Giner 
La Generalitat esgrime la calidad histórica-artística del patrimonio rehabilitado y saca pecho por los 3,5 millones de visitas que han recibido las exposiciones de los bienes restaurados por La Llum de les Imatges. Sin embargo, las subvenciones de la Diputación de Valencia concedidas a la Iglesia para que cuide de su patrimonio suelen tener un cariz mucho más prosaico, casi casi de andar por casa. Y nada hay como los ejemplos (extraídos de 2010) para ilustrarlo: 10.000 euros de ayuda para restaurar las campanas de la parroquia de la Santa Cruz de Massamagrell; 4.715 euros para arreglar el reloj del campanario de Sedaví; 30.000 euros para el cambio del techo de la ermita de Sant Vicent Ferrer de Agullent; y, así, hasta 52 proyectos subvencionados por la diputación para restaurar bienes de titularidad eclesiástica (ermitas desacralizadas de propiedad municipal aparte). Todos estos proyectos son englobados en la categoría de «obras de restauración para la conservación de inmuebles de la provincia de Valencia que posean valores históricos, artísticos o de interés local». Se trata de una línea fuertemente impulsada bajo la presidencia de Fernando Giner (cuyas profundas creencias católicas son conocidas) y se ha convertido, en la práctica, en el plan de las iglesias.

De órganos a pinturas 
Desde 2004 a 2010, la diputación ha concedido ayudas económicas por un valor total de 14,1 millones de euros para reparar templos católicos. Contrafuertes que se caen, cubiertas peligrosas, pinturas murales desconchadas, dependencias parroquiales que requieren de ascensor, puertas de iglesia que necesitan un chapado u órganos que no suenan afinados. Para mejorar todos estos bienes, la llamada de la Iglesia ha encontrado la mano caritativa de la diputación. Cada año, entre 2004 y 2010, la institución provincial se ha gastado entre 1,9 y 2,1 millones de euros en estos remiendos eclesiásticos. La única excepción fue en 2010, cuando el tijeretazo recortó la ayuda a 1.267.000 euros. La concesión de ayudas para 2011 todavía no ha sido publicada.

Además, la Diputación de Valencia también cuenta con un «Plan de restauración de bienes muebles». Puesto en marcha en 2004, se subdivide en ayudas a ayuntamientos y en subvenciones a instituciones sin fines de lucro. En esta última vertiente, las iglesias valencianas han obtenido la práctica totalidad de los 2 millones de euros concedidos entre 2004 y 2010 por la diputación a entidades sin ánimos de lucro para adecentar imágenes de santos, altares, andas, cuadros, retablos…

Fin del plan específico de Alicante 
Aunque en menor medida, también las diputaciones de Alicante y Castelló han contribuido a financiar las rehabilitaciones de los bienes de la Iglesia en estos últimos años. En Alicante existía un programa casi específico para ello: «Convocatoria de subvenciones a los ayuntamientos de la provincia para obras de rehabilitación en monumentos de titularidad municipal e iglesias cualquiera que fuera su titularidad».

En este caso, la ayuda económica va a parar siempre al ayuntamiento. Pero el dinero puede invertirse en bienes de titularidad eclesiástica. Es decir: que el ayuntamiento repare la iglesia del pueblo con el dinero de la diputación, es algo muy frecuente. De este modo, la Diputación de Alicante ha destinado casi 3,6 millones de euros entre los años 2001 y 2009 a la restauración de bienes de naturaleza eclesiástica (aunque algunos de ellos, los menos, fueran ermitas desacralizadas o exconventos de propiedad municipal). Reposiciones de pavimento de iglesias, reparaciones de relojes y campanarios, renovación de vidrieras, instalaciones eléctricas para electrificar templos, reformas interiores de sacristías o estabilización de los asientos de la iglesia. Todo ello (y recuperaciones de altares, iluminaciones exteriores del templo, saneamiento de humedades de la iglesia y un largo etcétera) ha sido financiado en las iglesias de Alicante con el dinero de la diputación. Sin embargo, la crisis obligó a suprimir el año pasado esta línea de ayudas públicas para bienes eclesiásticos.

Recorte de gasto en Castelló 
Lo mismo ha ocurrido en la Diputació de Castelló. Allí existía una partida para la «Rehabilitación del Patrimonio Histórico-Artístico de la provincia de Castelló». En la última legislatura 2007-11, «el 70% de ese programa» que superó los 4,2 millones de euros, según cálculos del PSPV, se destinó a rehabilitaciones de la Iglesia. Además, hay que añadir 760.000 euros de convenio singulares que la institución provincial dedicó para recuperar otros inmuebles eclesiásticos, como la iglesia de Sant Vicent de Castelló, la Natividad de Almassora o el convento de las Siervas de Jesús. En total, pues, la Diputación de Castelló destinó unos 3,7 millones a la mejora de bienes de la Iglesia entre 2007 y 2011. Pero también esta partida específica fue eliminada en 2010.

Así pues, ni Castelló ni Alicante conservan ya planes provinciales específicos para restaurar parroquias. Sólo la Diputación de Valencia mantiene la línea de ayudas a los bienes de la Iglesia. Y la Generalitat, que se ha afianzado como mecenas del patrimonio histórico eclesiástico.

"EL INTERÉS CULTURAL Y TURÍSTICO JUSTIFICA LAS AYUDAS PÚBLICAS"

Levante-EMV, 27 de noviembre de 2011
Jaime Sancho, presidente de la la comisión diocesana de patrimonio histórico-artístico del Arzobispado de Valencia, defiende la inversión pública en el patrimonio de la Iglesia.


¿Qué le parece que las administraciones públicas inviertan dinero en la restauración del patrimonio eclesiástico?

Ese patrimonio no sólo tiene una utilidad religiosa, que ya sería suficiente porque la práctica religiosa merece la protección de cualquier actividad social. Pero es que, además, el patrimonio eclesiástico está a la vista y para el disfrute de toda la gente, sea cual sea su religión u opinión. Además, es una promoción de la cultura y el desarrollo de los pueblos. Así lo interpreta la Unión Europea, que da muchos fondos para recuperar patrimonio eclesiástico. Pero no con fines religiosos, sino por interés cultural y turístico, que es lo que justifica las ayudas públicas.  

¿Y por qué la Iglesia no se paga sus obras?

La Iglesia se paga sus obras, íntegramente, cuando se trata de obras nuevas. En la ciudad de Valencia se han construido cinco parroquias recientemente y las han pagado los feligreses sin ninguna subvención. Otra cosa son los edificios históricos, que están protegidos por la ley y que generan grandes gastos en cosas que no sería necesario mantener para el desarrollo de las actividades religiosas. Pero, manteniendo este patrimonio, contribuimos a dar vida al patrimonio cultural de la nación.  

Pero muchas veces no se trata de grandes obras artísticas, sino del campanario o el pavimento de una iglesia.

La mayoría de obras en las iglesias las financia la comunidad parroquial, y sólo una minoría son cofinanciadas (parcialmente) por las administraciones públicas. Pero como en la Iglesia rige el principio de responsabilidad subsidiaria, el arzobispado no tiene centralizadas todas las inversiones de rehabilitación y conservación que hacen las parroquias. Pero ahí se invierte mucho. De hecho, el patrimonio de carácter religioso y sagrado ha sido mucho más conservado que el resto. En cada pueblo había un castillo, un palacio y una iglesia. Los castillos desaparecieron con el final del feudalismo; los palacios se perdieron al extinguirse el estatuto de la nobleza; y las iglesias son las únicas que han pervivido porque sigue en pie una realidad que se llama Iglesia católica. Si la escuela quiere llevar a los niños de un pueblo pequeño a ver arte en directo en su municipio, tendrá que llevarlos a la iglesia local.  

¿Y cree que el nivel de inversión pública es adecuado o debería dedicarse más dinero?

En la recuperación de patrimonio mueble se ha avanzado mucho en los últimos 40 años. Pero en otros países se invierte más que en España. Ahora, con la crisis, las parroquias tienen la prioridad asistencial y hay menos dinero para restauración artística. Pero, ante todo, las comunidades religiosas tienen derecho a recibir ayudas públicas como comunidades sociales que son, como las entidades deportivas, políticas o sociales. La Iglesia tiene una función social que va más allá de la propia fe.

domingo, 20 de noviembre de 2011

LA CONEXIÓN ÍNTIMA DE LA POLÍTICA Y LA ARQUEOLOGÍA

Nos hacemos eco de la noticia aparecida en el Diario Vasco sobre la conferencia del catedrático de arqueología Francisco Gracia en el XI Festival de Cine Arqueológico de Bidasoa (FICAB) celebrado entre el 15 y el 19 de noviembre pasados. El lector interesado podrá encontrar la entrada y reseña que dedicamos al libro del profesor Gracia La arqueología durante el primer franquismo (1939-1956).
Fotografía del Diario Vasco

El profesor Gracia repasó en el seminario del Ficab las relaciones hispano-alemanas entre 1934 y 1945

Diario Vasco, 19 de noviembre de 2011
IÑIGO MORONDO, Irún.

La política es, etimológicamente, la gestión de la polis, de la comunidad en la que vivimos. En el amplio concepto de sus competencias que ha ido desarrollando con el paso del tiempo, la sociedad le ha otorgado tal capacidad que ha acabado por extender sus tentáculos a todos los ámbitos de la vida en común.

Ayer, la segunda jornada del seminario complementario del Ficab buceó en profundidad en la relación entre la ciencia arqueológica y la política. Francisco Gracia, catedrático de prehistoria de la Universidad de Barcelona y especialista en historiografía de la arqueología, abrió la sesión con una conferencia sobre cómo se relacionaron política y arqueología entre España y Alemania en los 30 y los 40 del siglo pasado. Obviamente, los científicos no pudieron moverse al margen de las potentes corrientes ideológicas que condicionaban la vida de ambos países en aquella época.

Esa afección puede encontrarse, principalmente, de dos maneras distintas. Por un lado, «la ideología tuvo mucho peso a la hora de determinar qué investigaciones se emprendían, incluso en cuáles eran las conclusiones de las mismas», explicó Francisco Gracia. Así cabe entender que el régimen nazi estuviera interesadísimo en realizar prospecciones arqueológicas en España que reforzaran algunas de sus tesis, como que existió un imperio germánico desde la Edad del Bronce. Igualmente se entiende que arqueólogos españoles documentaran hallazgos (posteriormente reconocidos como falsos) que sostenían esas tesis.

Otra vía de influencia de la política en la arqueología era la de financiar misiones investigadoras para desarrollar, subrepticiamente, las de espionaje. Según contó ayer el profesor Gracia, una expedición del arqueólogo alemán Leo Frobenius para analizar el arte rupestre del norte de España «la pagó directamente la Cancillería del III Reich, el gabinete del propio Hitler». La razón es que el viaje sirvió para que Alemania tuviera información de primera mano sobre «la situación política española, sobre sus recursos, sus fortificaciones...».

Arqueología, política... y cine
Más espectacular es el caso de las prospecciones arqueológicas nazis en Egipto. Gracia lo ejemplificó con una escena de 'Cinco tumbas al Cairo' (Billy Wilder, 1943) en la que se insinuaba que en aquéllas, además de desenterrar restos, los arqueólogos enterraron provisiones, munición, gasolina... que los Afrika Korps del general Rommel usaron poco después como elementos estratégicos imprevisibles por el enemigo. Además de la referencia fílmica «hay documentación al respecto», según comentó Gracia.

No fue la única cita cinematográfica de la ponencia, en la que tuvieron hueco otras cintas como 'El paciente inglés' (Anthony Minghella, 1996) y 'Rommel llama al Cairo' (Wolfgang Schleif, 1959).

sábado, 12 de noviembre de 2011

LA GUERRA DE LIBIA Y EL PATRIMONIO


J. García Calero
ABC, 3 de noviembre de 2011

Ruinas de Leptis Magna. Foto ABC
Interpol alerta de la desaparición de una colección única y casi olvidada de miles de piezas que incluye oro, plata y joyas que datan del s. VI a. C.

Ya no hay guerra sin expolio y la de Libia no iba a ser una excepción. Según ha confirmado Interpol, el «Tesoro de Bengasi» ha sido robado durante la refriega, seguramente el pasado 25 de mayo. Se trata de una colección de piezas procedentes de la Cirene griega y romana, desde el siglo VI antes de Cristo. Una colección que es también un misterio: jamás expuesta, nunca fotografiada, llevaba oculta desde 1961 en las tripas acorazadas de un banco de Bengasi, envuelta en baúles y cajas fuertes de la Segunda Guerra Mundial. Muy pocas personas en Occidente recordaban su existencia, y ahora la Unesco ha hecho sonar todas las alarmas y enviará una misión urgente a Libia.

Otra vez guerra y expolio. Todos tenemos aún grabadas en la retina las tristes imágenes del Museo Arqueológico de Bagdad asaltado y hemos visto publicados los ases de la baraja decorada con las piezas más buscadas de la guerra del Golfo, que imitaba los naipes que los soldados estadounidenses llevaban consigo y que sirvieron para identificar a los hombres de Sadam. Y nunca podremos olvidar la salvaje voladura de los Budas de Bamiyán por la mano iconoclasta y dinamitera de los talibán. También viene a nuestra memoria el heroico rescate de las piezas del museo de Kabul, que sobrevivieron ocultas entre la buena gente de la capital afgana. Incluso podemos evocar el reciente asalto al museo de El Cairo... por los furtivos de la primavera árabe.

En mitad de la refriega libia, con los aviones de la OTAN, incluidos algunos españoles, sobrevolando las cálidas y rosadas arenas de Cirene —cantadas por Catulo—, el robo acontenció sin que se le diese publicidad en un principio. Aquel 25 de mayo, según informa «The Art Newspaper», se produjo un traslado sin autorización desde la cámara acorazada del Banco de Comercio Nacional en la calle de Omar al-Mukhtar. Miles de obras de arte irrepetibles y de monedas de oro y plata desaparecieron de la vista del mundo como si se las hubiese tragado el desierto. Interpol ha alertado a 188 Policías de todo el mundo.

Habían pasado tres meses desde la toma de Bengasi por los rebeldes y el tesoro estaba a buen recaudo. El oro de los griegos y los romanos y todo el ajuar de la era clásica que lo acompaña permanecía en el banco dentro de dos contenedores blindados de la Segunda Guerra Mundial y una caja de caudales. Pero durante el traslado del 25 de mayo a la sede de otro banco, cerca del Hotel Dujal, desapareció uno de los ajados contenedores y la caja de caudales.

Un patrimonio inmenso
Al parecer, y según declaraciones de la arqueóloga Serenella Ensoli, directora de la misión italiana a Cirene, a «The Art Newspaper», se sospecha que los ladrones reventaron los candados de lo contenedores para extraer las piezas que les parecieron de mayor valor, dejando en un único baúl metálico los objetos que decidieron no llevarse.

Hay que recordar que Libia, y en concreto la Cirenaica, posee algunos de los más valiosos yacimientos del mundo antiguo. Arqueólogos contactados por ABC han relatado que debido al aislamiento cultural bajo el mandato de Gadafi, así como la falta de perspectivas de explotación turística, se permitió que muchos equipos internacionales de la Unesco excavaran durante décadas teatros griegos y zonas de gran relevancia arqueológica que, en algunas ocasiones, fueron de nuevo enterrados bajo las arenas del desierto para su mejor protección.

Las piezas más valiosas del olvidado «tesoro de Bengasi» proceden en su mayor parte de misiones como la de 1917 en el Templo de Artemisa en Cirene, cuyo yacimiento se encuentra al este de la ciudad. Cabezas en relieve, frisos con batallas y las monedas de oro, junto con adornos del valioso metal, forman el grueso del tesoro. Otros materiales proceden del palacio helenístico de columnas, entre Bengasi y Cirene, excavado en 1937. La colección de unas miles de monedas incluye cientos de piezas de oro (364) y plata (2.433), pero también de bronce (4.484). Asimismo, lo integran 306 joyas y otras 43 piezas antiguas de gran valor.

Los italianos llevaron a Roma el tesoro en 1943 y luego al norte de la península Itálica. Después de la Segunda Guerra Mundial permaneció en Roma hasta que fue devuelto a Libia en 1961.

De esa fecha data el inventario, desgraciadamente sin las fotografías que permitirían hoy identificar las piezas que ya deben ofrecerse en el mercado negro. Las autoridades creen que ya se mueven las primeras piezas en los antros de Egipto y Libia.


M.A.
ABC, 25 de octubre de 2011
 
S.O.S. de los tesoros libios
La Unesco llama a proteger el patrimonio arqueólogico ante la inestabilidad del país y el fin de la misión de la OTAN para evitar saqueos como en Irak o Egipto
Las ruinas romanas de Leptis Magna y el puesto comercial fenicio de Sabratha han sobrevivido hasta ahora a la guerra de Libia, así como los otros cinco lugares que figuran en la lista de Patrimonio Universal de la Unesco. Así lo comprobó una comisión de investigación que visitó Libia en septiembre.

Los tesoros arqueológicos del país han logrado salvarse del expolio gracias a que la Unesco facilitó a la OTAN las coordenadas geográficas de los principales espacios culturales del país para que no fueran bombardeados. Pero ahora, con la muerte del dictador Muamar Gadafi y el próximo final de la misión aliada el 31 de octubre, los riesgos que corre el patrimonio cultural del país se multiplican.

«Sabemos perfectamente bien que, en un periodo de gran inestabilidad, esos lugares son los más amenazados por los robos», señala la directora de la Unesco, Irina Bokova, que ha solicitado al nuevo Gobierno libio que proteja sus tesoros del expolio y el comercio ilegal. Sus miedos están fundados: Miles de piezas arqueológicas desaparecieron en Irak tras la caída del Gobierno de Saddam Hussein y en Egipto, la primavera árabe trajo consigo el robo de más de cincuenta piezas del Museo egipcio.

La Unesco ya ha alertado a los comerciantes de arte de los países vecinos para que estén vigilantes sobre el posible comercio ilegal.

«Los riesgos permanecen porque la situación todavía no está estabilizada. Hemos visto otros sitios -como Irak y Afganistán- en los que el periodo posterior al conflicto fue el más peligroso. Esto es porque cuando hay muchas armas, muchas fuerzas armadas y mucha inestabilidad, es cuando comienzan los saqueos», afirmó la pasada semana el asistente del director general para Cultura de la Unesco.

El Tesoro de Bengasi
Uno de los robos que sí se han registrado es el de la colección arqueológica conocida como el Tesoro de Bengasi, que desapareció tras la liberación de la ciudad por los rebeldes libios en marzo. «No hay imágenes documentadas. Hay que ir lo antes posible al Banco Nacional del Comercio de Bengasi donde se custodiaban las cajas que contenían las 8.000 monedas antiguas de oro, plata y bronce. Hay que ver qué queda de ellas»,
Imagines publicadas por Le Figaro
señalaba el pasado 21 de octubre en la Unesco el profesor Serenella Ensoli, director de la misión arqueológica italiana de Cirene.

El diario Le Figaro muestra hoy en exclusiva las únicas imágenes conocidas hasta hoy de esas monedas, que publicó en 1958 el semanario especializado «Italia Numismática» bajo el título «Las monedas de Cirene y el silphium».

El valor de esas monedas radica en su doble rareza. No solamente son antigüedades griegas que datan de entre el año 570 y el 375 antes de Jesucristo. Testimonian la existencia del silphium, una planta endémica de la región, hoy desaparecida. Los griegos consideraban el silphium como un «don precioso de la naturaleza». Según Plinio el viejo, «La oveja se duerme en cuanto la come y la cabra estornuda». A su jugo le atribuían virtudes adivinatorias. César utilizó cajas enteras para pagar a sus legionarios, según se lee en el artículo de «Italia Numismática». La planta, que se podía encontrar en la Cirenaica antigua que se extendía desde el jardín de Hespérides hasta la villa de Sirte, desapareció en la época de Nerón. Italia, antigua potencia colonial en Libia, conservó el tesoro en la península desde 1940 hasta la independencia del país en 1961.

En el mercado del arte, las monedas antiguas están actualmente de moda, según recuerda Le Figaro. El pasado 12 de octubre, una pieza griega de la colección Peyrefitte se adjudicó en una subasta en París por 202.825 euros, un récord en Francia.

domingo, 6 de noviembre de 2011

EL PATRIMONIO ECLESIÁSTICO… ¿ES SAGRADO?

Ricardo González Villaescusa
Josep Vicent Lerma

Levante-EMV, sábado 5 de noviembre de 2011
Iglesia de St. Miquel de Morella


La doble entrega de un reciente artículo aparecido en la web canadiense francófona CapAcadie.com "Le patrimoine religieux, c´est sacré!” de Serge Comeau, nos ha abocado ineluctablemente, a la tesitura intelectual de fijar el campo de visura analítica sobre el patrimonio histórico eclesiástico, cuando aún se vive la resaca emocional de la gran “rave” devota de la JMJ de Madrid. 

En esencia, vendría a sostener el católico autor que existe una responsabilidad colectiva en lo que se refiere al patrimonio de San Pedro, en la medida en que ha contribuido a lo largo de los siglos a la constitución de identidades nacionales e incluso a la formación de paisajes culturales específicos. Así una iglesia sería además que un lugar de culto, un testimonio de la historia particular de un territorio dado. Valores a los que se añadirían en muchos de estos edificios confesionales otros de carácter social, cultural o comunitario. 

Por todo ello en una búsqueda común de soluciones, Comeau propone aceptar eventualmente la reconversión de los templos vacíos o excedentarios, o lo que es lo mismo, que un lugar de culto pueda tener nuevos usos y funciones. En otras palabras una nueva (ad)vocación e incluso unos nuevos propietarios, juzgando que ese es el precio que hay que pagar por la preservación de este tipo de patrimonio religioso, al encontrar imposible pedir a la Iglesia conservar todo aquello que ya no le es necesario para cumplir su misión pastoral, dado que existe un excedente de infraestructuras en relación con las necesidades actuales de sus acólitos en franca decadencia demoscópica. 

... y donde antes curaban almas, ahora se curan los cuerpos!
Así pues, con el fin confeso de lograr la pervivencia futura del patrimonio religioso cristiano, aconseja este arbitrista que algunos edificios hayan de ser restaurados para servir a nuevos fines culturales, mientras otra parte de ellos podría ser destinada a nuevas vocaciones públicas, tales como la de biblioteca en Edmundston (New Brunswick), o la reciclada catedral presbiteriana de Edimburgo (Escocia), aducida recientemente como modelo de sostenibilidad por el sociólogo José Manuel Iribas. En nuestras tierras, podríamos reivindicar el centro de salud  acomodado en los años ochenta por el arquitecto Francisco Merino en la antigua iglesia de Sant Miquel de Morella

Planteamiento genérico del estado de la cuestión que los firmantes, salvo asuntos nimios de detalle, compartimos en cuanto a la esencia y las consecuencias que pueden derivarse del mismo. Si la Iglesia Católica no puede hacerse cargo del oneroso sostenimiento pecuniario universal de un patrimonio histórico que es de todos, entre otras causas porque en palabras de Laureano Robles “el declive de la Iglesia se ha producido por su gran pobreza intelectual” (Levante-EMV, 4-12-1998), ¿por qué no asumir su propiedad entre todos? Ahora bien, como contrapartida la Iglesia debe usar nuevos espacios cultuales con aforos redimensionados, lo que por otra parte ya viene haciendo en rehabilitaciones arquitectónicas del patrimonio industrial, como en el caso de la iglesia de los Santos Mártires ubicada en la antigua nave de la Cros de Valencia (Levante-EMV, 1-11-2010). 

En realidad se podría “traducir” esta tesis patrimonial como una “Nueva Desamortización Cívica” del patrimonio inmueble eclesial obsoleto, a cambio de inéditos ámbitos recuperados e innovadoras construcciones modernas para la menguante feligresía del siglo XXI. 

Por el contrario, entre nosotros, al margen del amago de polémica valenciana en torno a la financieramente ruinosa Fundación La Luz de las Imágenes, sostenida entre el ex director general de patrimonio Enric Cuñat (“La Luz que ciega”. Levante-EMV, 13-02-2011) y la periodista gerente de la misma Carmen D. Quintero (“La Luz es transparente”. Levante-EMV, 15-02-2011), los obispos españoles por esas mismas fechas caniculares, seguían enrocados en el postulado conservador de que “Sí los edificios pasan a otras manos no hay garantías de que se sigan destinando al uso para el que fueron creados…” 

Argumentario reaccionario que al amparo de los artículos 206 y 304 de la Ley y Reglamento Hipotecario alienta en sentido bien opuesto al aquí propugnado, un activo programa episcopal de inmatriculaciones sobre todo tipo de construcciones de dudosa propiedad catastral, publicitado el pasado mes de julio por la prensa nacional, reproduciendo una secular estrategia urbanística de los ecónomos diocesanos, beneficiaria de los sucesivos desarrollos y ensanches contemporáneos de nuestras urbes, de una Iglesia erigida, no sobre la piedra que fue el pescador Simón Pedro, sino sobre el consagrado dogma de la plusvalía inmobiliaria.