lunes, 11 de marzo de 2013

LA CONSEJERA Y LA CATEDRÁTICA DE ARTURO PÉREZ REVERTE

La urna a la izquierda
Arturo Pérez-Reverte se atreve con la arqueología o, mejor, con la gestión de la arqueología, en su artículo aparecido en Inversión y finanzas.com relacionado con el último episodio del vaso ibérico del Campello del que hemos dado cuenta en la entrada El vaso ibérico del Campello... y en el Facebook de Plaudite: "... al técnico de la Conselleria, a la Conselleria pues, se le ha ido la cosa de las manos como a Cecilia Giménez, la "restauradora" del Ecce Homo. También decíamos que "a falta de gestión, los "gestores" se convierten en comentadores de los expolios". Una demostración más de la quirúrgica escisión entre gestión del patrimonio e investigación. ¿A nadie se le ocurre llamar a un especialista? ¡Igual opina!

Y... a todas estas, en El País esperando para dar cuenta de la situación que pone en evidencia el hallazgo y que corrige seriamente la noticia tal cual fue dada por el rotativo. A pesar de que respondió públicamente lo que entendía como nuestras "quejas". 

No extraña, pues, que la visión de ese periódico sobre la arqueología sea algo tan sumamente arcaico como H. Carter, la maldición del arqueólogo y el tesoro de Tutankamón.

Lo malo es que acaban confundiéndose la arqueología de la Conselleria de cultura y la arqueología cranck... 


Arturo PÉREZ-REVERTE  
Inversión y finanzas.com
11 de marzo de 2013

Fue interesante lo del otro día. Y revelador. Comentaban en la radio un asunto de anticuarios más o menos tramposos y presunta falsificación de objetos arqueológicos. Algo relacionado con una vasija de cerámica ibera incautada por la Guardia Civil, a primera vista muy valiosa, que posiblemente era más falsa que un euro de cartón. Lo contaban en una emisora de radio local: un programa largo, de quince o veinte minutos, muy bien elaborado. El periodista firmante tenía pocos conocimientos sobre la materia; pero, como buen profesional, no intentaba aparentarlos. Había trabajado con investigación previa, documentación adecuada y una estructura de programa donde eran puntos fuertes algunas entrevistas y testimonios interesantes. Me lo zampé de cabo a rabo.

Uno de esos testimonios era de una catedrática de Arqueología de la universidad local, a la que acudía el periodista para obtener una opinión autorizada. Era evidente que la señora estaba acostumbrada a explicar cosas a sus alumnos, y que lo hacía con mucha eficacia: su intervención, prolija y técnica pero sin aburrir en ningún momento, resultó apasionante. Era, desde luego, una excelente profesora. Con mucha claridad supo explicar de qué iba la cosa, por qué la vasija le parecía una buena imitación pero era no auténtica, y acabó describiendo con detalle los elementos decorativos de la pieza, que en su opinión, vistos por separado, estaban perfectamente reproducidos; pero, considerados en la sintaxis general de ese tipo de vasijas iberas, resultaban incorrectos. Y todo eso, en un corte radiofónico de casi diez minutos, lo estuvo largando la señora sin aburrir en absoluto, dejándome informado a la perfección, con una elegancia y claridad de lenguaje asombrosos. Si yo hubiera estudiado Arqueología, concluí, habría querido tener una profesora como ésa. De las que te marcan y recuerdas toda la vida.

Pero no hay sopa hispana sin pelo dentro. Tras la catedrática, el periodista dio paso a una consejera de Cultura que aportó la versión oficial del asunto. Ignoro si confrontar a una señora con otra fue deliberado o casual, aunque el contraste era abrumador. De un lenguaje claro, docto, seguro de sí, por parte de la catedrática, se pasó a una exposición reiterativa, titubeante y técnicamente confusa por parte de la consejera, que intentaba al mismo tiempo guardar la ropa y nadar cien metros estilo mariposa. De forma que al final, tras escuchar repetir lo mismo media docena de veces con diversas obviedades incluidas, el oyente quedaba en una desagradable incertidumbre: no estaba claro si la consejera le colgaba el mochuelo de su confusión a la Guardia Civil, o si estaba defendiéndola, o si de verdad creía que la vasija era falsa, o no, o según, o todo lo contrario. Ni siquiera si las palabras vasija e ibérica tenían significado para ella. Lo que quedó clarísimo, desde luego, es que esta segunda señora no tenía idea de lo que estaba hablando.

Cuando apagué la radio no pude menos que formularme la pregunta inevitable, e incluso perversa. ¿Por qué, si de Cultura se trata, la consejera es la segunda señora, y no la primera? ¿Cuál es la razón de que la responsable de los asuntos culturales en una comunidad autonómica no sea una catedrática prestigiosa y culta, por ejemplo, que además sabe ordenar sujeto, verbo y predicado, sino una señora cuyos conocimientos técnicos y capacidad expresiva dejan mucho que desear?... Picada así mi curiosidad, encendí el ordenata y consulté, goteante el colmillo, los antecedentes biográficos de las citadas damas. Y allí estaba todo, negro sobre blanco. La catedrática de Arqueología contaba con impecable currículum profesional y docente, prestigio en su cátedra y demás. Una especialista, en fin, ocupándose de un asunto que conocía al dedillo. Por eso fueron a preguntarle por las vasijas iberas, naturalmente. Y también por eso, deduje, ni ella ni nadie semejante tendrán nunca la más diminuta posibilidad de que alguien los nombre, no ya consejero autonómico, sino concejal de Cultura de su pueblo; entre otras cosas porque, para ese cargo, en España suele ser requisito imprescindible no tener ni siquiera estudios de bachillerato. O casi. Por contraste, el currículum de la segunda señora era más breve y compacto. Más esclarecedor del asunto: carrera de Derecho -con todo el respeto para el Derecho, por mi parte- y alcaldesa de su pueblo a los veintiséis años por el Pepé -aunque igual podría haberlo sido por el Pesoe-, diputada en el Congreso con veintisiete y consejera de Cultura de su Comunidad poco después. Así que acabáramos, concluí. Ya sé por qué una de las dos no es consejera de Cultura; y la otra, sí. Esto es España, como dije antes. Paraíso del disparate público. Y más claro, agua.

Adjuntamos la rectificación de Arturo Pérez-Reverte aparecida en su web oficial: perezreverte.com
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Una rectificación

En relación con mi Patente de Corso del pasado domingo día 10 de marzo, titulado "La consejera y la catedrática", es de justicia hacer una rectificación, que incluye una disculpa. Porque ese artículo contiene un error. La entrevistada en una emisora de radio sobre la supuesta falsificación de una vasija ibera no era la consejera de Cultura de su Comunidad, sino una subordinada directa suya: la directora general de Cultura. Eso no cambia gran cosa el artículo, desde luego, ni mucho menos su sentido; pero es de justicia señalarlo. La que en el texto califiqué de "exposición reiterativa, titubeante y técnicamente confusa" fue de la directora general de Cultura, no de su jefa la consejera. Así que me disculpo públicamente por atribuir a la jefa el discurso de la subordinada. Fue injusto por mi parte.

De cualquier modo, y una vez disculpado, me reitero en el asunto principal. La consejera de Cultura estudió la carrera Derecho, militó desde muy joven en un partido político y es político profesional. Su directora general estudió Periodismo, militó desde muy joven en el mismo partido político y también es político profesional. Parafraseando clásicos, me es por completo indiferente que el discurso provenga de Agamenón o de su porquero. El disparate, en mi opinión, es que en España sean consejeros de Cultura o directores generales de Cultura profesionales de la política, sin otro merecimiento curricular que su militancia en partidos políticos, y no verdaderos expertos con prestigio reconocido en Educación y Cultura.

Arturo Pérez-Reverte 

  

CARTA AL DEFENSOR DEL LECTOR DE EL PAÍS SOBRE LA URNA DEL CAMPELLO

"Apreciado Sr. Delclos: 

El motivo de dirigirnos a usted en su calidad de Defensor del Lector, es por el hecho de que en la edición de la Comunidad Valenciana de El País del pasado 2 de enero de 2013 se publicó el artículo “Una vasija especial en la trastienda” suscrito por Rubén Esquitino (Alicante). 

En este artículo se daba cuenta de la localización por la Guardia Civil en el almacén de un anticuario de El Campello (Alicante) de un “excepcional” vaso ibérico del siglo II a.C., pintado con escenas en las que intervienen guerreros y fauna salvaje. Narrativa iconográfica que fue interpretada como una “Suidomaquía y en palabras del Técnico de la Conselleria de Cultura, José Luis Simón, “un regalo para el Patrimonio Nacional”. 

La trascendencia mediática de esta recuperación patrimonial produjo el consiguiente revuelo informativo, cuyo paroxismo fue su reproducción ese mismo día por el locutor de TVE Marcos López en la segunda edición del telediario de la 1. Hasta aquí pocas cosas que objetar a la información de El País, si no es cierta perplejidad por el sospechoso estado “exultante” del referido arqueólogo territorial de Alicante, según apuntaba con acierto el propio redactor de la noticia, frente a una objetividad profesional más ecuánime, exigible a los servidores públicos de la administración autonómica competente en materia de patrimonio cultural, en este caso la Conselleria de Cultura de la Generalitat Valenciana. 

En cambio, si quisiéramos reclamar su atención sobre la criticable falta de un deseable seguimiento periodístico en el tiempo de este asunto por parte de El País, dado que en un golpe de efecto posterior otro periódico, en este caso Levante – El Mercantil Valenciano, el pasado 9 de enero libraba una nueva entrega titulada significativamente “Interrogantes sobre el vaso ibero”, donde se recogían las fundadas sospechas de la catedrática de arqueología de la Universidad de Valencia, Carmen Aranegui Gascó, y comisaria de la célebre exposición “Los Iberos. Príncipes de Occidente” (París, Barcelona, Bonn, 1997-1998), de que la supuesta vasija ibérica, pudiera tratarse en realidad de un falso histórico, sobre la base de una “sospechosa mezcla de elementos…”. 

Dudas razonadas, que El País no ha incorporado al relato inicial, ni corregido con posterioridad ante sus lectores, a pesar de su benemérita trayectoria informativa sobre expolios patrimoniales como el de la “Operación Tambora” (2002) o la experiencia del fiasco del pasado verano del falso claustro románico del Mas del Vent de Palamós, permaneciendo en este caso, la verdad publicada inicialmente como una anacrónica foto fija, aún accesible en la versión digital del periódico global en español. 

En conclusión, no se trataría de una corrección de errores sin más, sino de una demandable atención continuada de este tipo de informaciones arqueológicas, sujeta siempre, lógicamente, a los medios humanos disponibles, así como de la siempre necesaria contrastación de la noticia con especialistas acreditados, en aquellos casos que desde el principio arrojen algunas dudas precisamente por su propio formato retórico grandilocuente. 

A la espera de que una reclamación de este tipo, sea atendida por su limitado tiempo, reciba un cordial saludo. 

Plaudite ciues

La respuesta pública del señor Delclós en Revistas científicas y fiabilidad.

lunes, 4 de marzo de 2013

A FAVOR DE LAS HUMANIDADES

Traducción al castellano del manifiesto en favor de las Humanidades publicado en el blog Tormenta de ideas y del que da cuenta la noticia de El País Manifiesto de intelectuales a favor de las humanidades por C. Geli el pasado 25 de febrero.

«Hace unos meses, un grupo de profesores de diversas disciplinas humanísticas coincidieron en la preocupación por la situación de las humanidades, en la enseñanza y en la sociedad. Amparados por el Institut d’Estudis Catalans (IEC) que preside el sociólogo Salvador Giner, redactaron un manifiesto que han decidido someter a la consideración de otras personas. Quienes se hallen interesados en participar en el debate pueden enviar al IEC su adhesión o sus aportaciones hasta el próximo 31 de marzo. Entre los firmantes figuran, además del propio Giner, los pensadores Rafael Argullol, Jordi Llovet y Victòria Camps, y el sacerdote católico Xavier Morlans. El texto que sigue es la traducción al castellano del original catalán. Consta de un preámbulo y un conjunto de propuestas. Los interesados en adherirse o realizar aportaciones pueden dirigirse a Gabinet.Presidencia@iec.cat ».

Unas humanidades con futuro
  1. Las últimas transformaciones en el mundo de la enseñanza, los vastos procesos culturales de cambio y las convulsiones en la situación económica y política, con el predominio de la lógica del mercado capitalista, son factores que inciden en el cultivo de las que, en los países occidentales, se conocen como “humanidades”. Las humanidades han configurado la cultura occidental desde sus inicios (Atenas, Roma, Jerusalén), a través de un vínculo con las ciencias y la técnica, el  cual se manifiesta sobre todo en el Renacimiento y se prolonga hasta lo modernidad. Esta se basa en el espíritu crítico y dialogal, la democracia, la tolerancia, el respeto a la ciencia, el pluralismo de creencias y el conocimiento filosófico. Alejarse de las humanidades empobrece y aísla. Occidente ha forjado una visión del mundo en el que la autonomía y la dignidad de la persona y su constitución espiritual son la base de un sentimiento común.
  2. La intensa preocupación, plenamente justificada, de los gobiernos y de la sociedad civil por el fomento de la ciencia, la tecnología y las nuevas formas de transmisión del conocimiento y de la información, ha ido acompañada de una disminución de la atención hacia las humanidades. Igualmente, otros factores, como la pérdida de los grandes relatos históricos y de los referentes colectivos, han contribuido a debilitar el cultivo de las humanidades. Las dificultades con las que se encuentran las humanidades se inscriben en una crisis más general del saber, también del saber científico, a menudo valorado sólo por sus aplicaciones prácticas y sin que se lo relaciones con la pregunta por el sentido.
  3. La merma de la cultura humanística comporta el empobrecimiento del pensamiento, la precariedad del discurso ético y la pérdida de la cohesión de nuestra civilización. En este sentido, es urgente salir del analfabetismo funcional y simbólico, que deja grandes vacíos en el sistema de referencias personales y colectivas y permite sumisiones y manipulaciones. Es necesaria una recuperación del símbolo, empezando por el propio lenguaje, en sus horizontes filosófico y religiosos, como uno de los signos distintivos de la cultura humanística completa. La cultura humanística es una inversión necesaria.
  4. Las humanidades son percibidas como faltas de atracción, como si fueran poco más que un legado arcaico y sin interés. Sin embargo, llevan en su interior la pasión por la belleza y por un mundo más humanizado, libre y feliz. Las humanidades son interesantes y útiles, porque ayudan a la persona humana a examinarse a sí misma y a valorar y admirar lo que recibe de otras personas, porque contribuyen a articular críticamente el propio pensamiento y a expresarlo de manera inteligible, porque discernir y tener criterio es imprescindible para vivir y para orientarse. Con todo, es necesario recuperar el entusiasmo por todas las creaciones del espíritu humano y restablecer y potenciar la figura del maestro que cultiva y comunica las humanidades con pasión.
  5. La educación se ha erigido en un reto capital en un mundo que tiende al individualismo y a la desvinculación de las responsabilidades compartidas. La transmisión del saber y de la sabiduría no poder quedar al margen de la sociedad del conocimiento. La tecnosfera ha de permitir, más bien, una circulación amplia de la cultura la humanística. Igualmente, en los medios de comunicación, las propuestas de tipo humanístico han de encontrar un eco riguroso y de calidad. Las humanidades forman parte del “núcleo duro” de las formas espirituales de la vida, más allá del materialismo y del utilitarismo.
Por todo ello, hacemos las siguientes propuestas:
  1. Las lenguas y la literatura, la filosofía, la historia y las artes son los pilares fundamentales de la civilización y la cultura. Por eso es imprescindible garantizar que todo el mundo sepa hablar, leer y escribir correctamente. En relación a Secundaria, los escritores clásicos, griegos y latinos, y os grandes relatos de la Biblia (la antigua “historia sagrada”) han de ser referentes culturales que han de encontrar su sitio en el currículo escolar. Por eso, es necesario impulsar el aprendizaje de las lenguas modernas y de las lenguas clásicas (griego y latín), que se han de mantener como materias optativas pero no residuales. Por otro lado, en lo que respecta a la literatura, es necesario establecer un canon abierto de autores y de obras que resuman los frutos del conocimiento humanístico que todos debería asimilar. En no pocas culturas europeas, emulando la familiaridad con de los griegos con Homero, se tiende a promover el conocimiento de los clásicos respectivos durante la Secundaria. Esta tendencia ha de ser mantenida en el caso de la cultura catalana, que no ha de menospreciar los grandes valores de la literatura universal, entendida como patrimonio de la humanidad.
  2. La Universidad ha de combinar la especialización con una consideración global de los saberes. La conexión y la transversalidad se hacen, pues, especialmente necesarias. Es necesario plantear fórmulas inteligentes que hagan que las humanidades estén presentes en los currículos de las carreras técnicas. Concretamente, en los currículos escolares y universitarios hay que encontrar un equilibrio entre las disciplinas técnicas y las humanidades. No se pueden confinar las humanidades en las “carreras de letras”. Las ciencias necesitan las humanidades, y las humanidades no pueden desvincularse de la ciencia.
  3. Las humanidades han de procurar establecer alianzas estratégicas con las ciencias, con las tecnologías y con el mundo de la comunicación. La cultura humanística ha de valerse de todos los aliados posibles para contribuir eficazmente al espíritu de los tiempos. Es conveniente, por ejemplo, que la cultura humanística emplee las nuevas tecnologías sin abandonar del todo los formatos tradicionales, sino poniendo de manifiesto la complementariedad entre tradición e innovación, y buscando la mejor manera de difundir e impulsar lo que es esencial en el mundo del pensamiento: la autoridad de la razón. Las humanidades necesitan una discriminación positiva. En este sentido, sería conveniente fomentar el gusto por la lectura, la escritura y el conocimiento de los clásicos.
  4. Los medios de comunicación – también aquellos que utilizan los nuevos códigos comunicativos – son vehículos potentes de difusión cultural, y en última instancia se han convertido en “educadores”, sobre todo de las generaciones más jóvenes. La cultura humanística ha de entrar en el mundo de la comunicación, y hace falta receptividad por parte de los medios para que esto sea factible. Las humanidades tendrán futuro en la medida en que sean entendidas como factor de humanización, de responsabilidad moral y cívica y de crecimiento del espíritu humano.
Barcelona, 16 de enero de  2013