miércoles, 10 de agosto de 2011

EL SARCÓFAGO DE LA DAMA

Josep Vicent Lerma
Levante-EMV, domingo 31 de julio de 2011

El vivo relato del loable letraherido Vicente Muñoz Puelles Notícia de la Dama del Sarcòfag en su contribución Vinyetes de la República para el catálogo de la exposición En defensa de la cultura: València, capital de la República (1936-37) (La Nau - Universitat de València, 2008 ), en la que entre otras amenidades se narra el fantástico descubrimiento de un antiquísimo sarcófago de mármol en la plaza de la Almoina, por efectos insospechados de uno de los devastadores bombardeos sobre Valencia de la aviación fascista italiana en marzo de 1937, en cuyo interior reposaba el cuerpo recubierto de espeso ungüento, milagrosamente conservado, de una joven dama romana, de negros cabellos todavía ceñidos por una diadema y descompuesto por puro portento en meros huesos, al poco de retirada esta grasienta pomada a ojos vista, nada menos que del propio presidente del gobierno legítimo Largo Caballero. 

Fragmento de sarcófago de la Almoina
Más allá de su inverosímil adecuación a la realidad histórica, revelada por décadas de trabajo de los arqueólogos en el ahora musealizado Centre Arqueològic de L´Almoina, donde los usos cementeriales organizados más tempranos no parecen ser anteriores a las necrópolis cristianas del siglo VI de la era común, de hecho no deja de convertirse en un texto un tanto turbador, al estar construido con la meticulosa perfección de orfebre, habitual del susodicho escritor valenciano, aunque quizá de un modo subliminal, sobre hechos anticuarios escrupulosamente verídicos, como son los distintos hallazgos de fragmentos escultóricos de sarcófagos marmóreos expoliados por moros y cristianos, tanto en el subsuelo de la vieja Almoina medieval, como en la Cripta Arqueológica de San Vicente Mártir o incluso en la vecina capilla de San Valero, en cuyos muros únicamente cada 22 de enero puede verse por los devotos del santo obispo un pequeño retazo de estas reliquias de la antigüedad. 

Pasmosa pieza narrativa del laureado autor de La Emperatriz Eugenia en Zululandia, inspirada sin duda en la epístola del humanista florentino Fonte, en la que describe con todo lujo de detalles al mercader amigo de Lorenzo el Magnífico Francesco Sasseti, el insólito hallazgo en 1485 de la momia de una aristocrática patricia en uno de los mausoleos de la Vía Appia en Roma. 

Suceso que no deja de evocar sobremanera el descrito por el cronista Escolano en la ciudad de Valencia: «El 20 de abril de 1446, el sepulturero se confundió de cementerio y excavó una fosa en el fosar de Sant Llorenç, que puso al descubierto el cadáver incorrupto de la joven Angelina Beltran, que había sido enterrada en 1438 o 1444. Su estado de conservación era perfecto pese a haber estado inhumada en tierra húmeda y sin ataúd» o igualmente el memorable encuentro del sarcófago de Crepereia Tryphaena en la capital de la Italia reunificada de 1889, con el cuerpo inhumado de esta noble doncella, recubierto de agua cristalina en la que parecían ondear sus largos cabellos, entallados por una corona de pequeñas hojas naturales. 

Axiomático ejercicio de intertextualidad magistral de Muñoz Puelles al modo postulado por Todorov, pues si tal como prescribe la profesora Milagros Pérez Oliva, en los escritos de opinión «el autor de un artículo no puede hacerse pasar por lo que no es», en cambio este artificio intelectual en nuestra opinión resulta de todo punto legítimo en un contexto de ficción literaria, como la propia fábula histórica. Género al que no hicimos ascos en estas mismas páginas en el popular Apólogo de Filodemo: la luna y los cangrejos.

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