martes, 10 de abril de 2012

LA PALABRA EN EL MURO

Ricardo González Villaescusa
Josep Vicent Lerma

Levante-EMV, martes 10 de abril de 2012

Las recientes noticias de prensa en torno a la aparición de pintadas de spray con el hashtag #primaveravalenciana sobre monumentos históricos valencianos, como las totémicas Torres de Serranos o las de Quart, como un ejercicio de rebeldía estudiantil, evocan el cometido de válvula liberadora de presiones sociales atribuida por uno de nosotros a ciertas frases irreverentes en el artículo "Elogio de la Blasfemia" (Levante-EMV, 28-11-10). Estos hechos nos han espoleado a ordenar informaciones y pensamientos en torno a la problemática de estas agresiones al patrimonio cultural de todos y a reflexionar sobre la necesidad ancestral del hombre de dejar huella física de su paso por espacios urbanos o edificios memorables.  

Al margen de los 10.000 graffitti inventariados en la sepulta Pompeya y de su carácter más o menos espontáneo, sin fines ni técnicas artísticas, merecen recordarse aquí como curiosos antecedentes en el tiempo, las pintadas a mano alzada en almagra del anagrama de los antiguamente habituales "vítores" universitarios con el nombre de los nuevos doctores, en su caso acompañados de la heráldica de las órdenes regulares de pertenencia, como la carmelita o la mercedaría, que amenizaban las paredes de piedra de numerosos templos y puertas fortificadas de las ciudades españolas. O las menos conocidas inscripciones cuartelarias bermejas de 1739-1740, descubiertas en el interior del noble salón columnario de la propia Lonja de Mercaderes de Valencia por su restaurador, el arquitecto Manuel Ramírez, convertida en vivac improvisado o cuartel de dos compañías de un regimiento borbónico de ocupación, tras el Decreto de Nueva Planta (Levante-EMV, 5-05-04).  

Acciones murarias, brocha en mano de pintura negra, que en pleno franquismo de los años sesenta en el Cap i casal, no lo olvidemos, treparon entonces de las manos de la militancia política clandestina a las fachadas de centenarias iglesias e históricos pretiles del río Turia con el legendario lema del incipiente nacionalismo lingüístico "PARLEM VALENCIÀ", precedido de círculo cuatribarrado –perpetuado en el agrio blanco y negro del fotógrafo Jarque- sin mayores remilgos patrimoniales de tirios y troyanos.

Casuística que, salvadas todas las distancias en cuanto a valoración social del patrimonio histórico-artístico y los enormes progresos experimentados a partir de los años de la Transición española por la legislación vigente en esta materia, especialmente la Ley 16/85 del Patrimonio Histórico Español (LPHE), nos permite colegir como aforismo o fulcro discriminante en cuanto a la legitimidad, ética o no, de estas expresiones parietales públicas, el de la existencia de un estado de derecho que garantice fehacientemente las posibilidades alternativas de expresión de todas las ideas, incluidas las incómodas de colectivos como el 15-M, mediante un libre acceso garantizado, sin mayores tutelas gubernativas ni intermediaciones distorsionadoras, de la ciudadanía a los medios de comunicación .  

Fotografía: La Razón
En el caso que nos ocupa los leves efectos dañinos sobre el patrimonio, han sido argüidos torticeramente para demonizar a la temible banda de "siete menores" presentados como reos de leso vandalismo patrimonial. Baste recordar como algún diario de provincias y otro, de alfabético titular, se apresuraron a tildar interesadamente de "radicales"  a los responsables de las susodichas faltas,  en una acuñada por H. G. Frankfurt "tergiversación engañosa próxima a la mentira", mientras que tal como se señalaba en estas mismas páginas en la crónica "Pintadas efímeras, pintadas duraderas" (Levante-EMV, 9-03-12), los rojos letreros "no nos vamos a rendir" de nuestra privativa y adelantada primavera, fueron objeto de un raudo y selectivo borrado mural por parte de las brigadas de limpieza, al tiempo que se eternizan durante meses los enormes letreros amarillos "Lily te amo" de los tajamares del desdoblado Puente del Real (1589).
Fotografía: Las Provincias

Por consiguiente y con independencia de las medidas cautelares que las administraciones están llamadas necesariamente a desarrollar en punto a la protección de nuestros patrimonio cultural inmueble, como la aplicación de revestimientos parietales de pintura antigraffiti, no podemos concluir esta modesta aproximación, sin recordar los escenarios de las protestas estudiantiles recreados en la obra del pintor Julián Pacheco con el alegato de fondo de Mario Benedetti: "… si los censores clausuran la prensa independiente, si los canales de comunicación son destruidos, siempre habrá muros, esquinas, patios, afiches, plataformas, parroquias, sótanos, azoteas donde escribir o decir la verdad. Después de todo, si llegamos a una situación en que la verdad no puede ser difundida por los medios mecánicos, siempre nos queda la tracción a sangre".

No hay comentarios:

Publicar un comentario