miércoles, 28 de noviembre de 2012

LA DAMA IBÉRICA, VALDÉS Y VALENCIA

Josep Vicent Lerma
Carme Salcedo

Levante-EMV, 30 de junio de 2004


Desde el mismo momento de su hallazgo el 4 de agosto de 1897 en un huerto de la Alcudia, la imagen de la Dama de Elche, fotografiada por primera vez por el propio Pedro Ibarra, ha ejercido una enorme fascinación e influjo a lo largo del pasado siglo XX sobre sobre los grandes creadores y artistas de vanguardia o no.

Fundamentalmente cartelistas, grafistas y escultores, que en ocasiones asimilaron la iconografía del célebre busto ilicitano, reproducido por el franquismo “ad nauseam” en los billetes de curso legal de 1 peseta de 1948 emitidos por la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre o los sellos de 3,5 pesetas de 1969, con el sofisticado tocado de valenciana, recreado en los mosaicos modernistas de José Mongrell del mercado de Colón y la estación del Norte (1917), como en el caso de la figura alegórica del puente de Aragón, obra de los años treinta de José Terencio Farré , provista de los míticos rodetes laterales.

En este orden de cosas, las cabeceras periodísticas locales informaban el pasado 12 de mayo del comienzo tras el verano de la instalación en la rotonda de la avenida de las Cortes Valencianas, de la versión jibarizada de 18 metros de altura (?) de la “Dama Ibérica” del antiguo miembro del Equipo Crónica y ex titular de uno de los palacetes de la calle Caballeros, el internacional valenciano Manuel Valdés Blasco, compuesta por 22.000 figurillas de cerámica esmaltada, elaboradas por Lladró.

Escultura de inspiración fractal, cuyos costes estimados alcanzarían los 2,2 millones de euros, llamada aparentemente a convertirse por encima de estas minucias indudablemente no tanto en “una buena obra para Valencia” en palabras de Manolo Valdés, como en uno de los nuevos símbolos identitarios de la más que bimilenaria ciudad de Valencia del siglo XXI, cuyo montaje estará garantizado por la solvencia profesional del progresista tándem de colaboradores Rafael Rivera / Manolo Martín.

En este sentido, dados los polémicos antecedentes relativos a las ubicaciones de las esculturas públicas en nuestra ciudad, como entre otros el experimentado por “El esclavo” de José Sanleón, sacrificada por su autor en la explanada del IVAM a golpe de radial en marzo del 2000, la inicialmente denostada “Pantera Rosa” de Miquel Navarro o el irrelevante Vinatea de la plaza del Ayuntamiento. Es precisamente en este ámbito de reflexión, donde, salvadas todas las garantías hacía el principio de la libertad de creación artística de cada autor, cabe preguntarse exclusivamente desde otras disciplinas no estéticas y en cierta medida libres de los dictados de la moda o el gusto, como en este caso la Historia o la Arqueología, si una ciudad como Valencia de noble y acreditado origen romano, fundada en el año 138 a.C. por el cónsul Iunius Brutus, una vez descartada la Tyris de Nicolau Primitiu, debería en un futuro próximo ser representada emblemáticamente por esta colosal dama íbera, cuya formulación morfológica original en el territorio de Heliké se remonta al siglo V antes de nuestra era, mistificando así sus propios orígenes coloniales itálicos.

Con todo, no obstante el axioma de la intertextualidad de Todorov de que “no hay ningún enunciado que no se relacione con otros enunciados”, aparentemente caro a nuestro artista afincado en Nueva York, cuando en 1997 homenajeó a Picasso en el cartel de la Fundación III Milenio (Levante-EMV, 14-5-97), de algún modo, el propio Valdés podría estar compartiendo implícitamente esta tesis de la importancia del contexto urbano de la obra de arte, en la medida en que su imponente “Dama de Manhattan”, de estética similar a la colosal de Valencia, ha pasado a ser propiedad de la Universidad Miguel Hernández a través de la conocida galería Marlborough, ya que de acuerdo con las palabras de la vicerrectora Juana Gallar “Teníamos la intención de adquirir algo muy emblemático relacionado con Elche” (Levante-EMV, 20-3-04).

1 comentario:

  1. De aquellos polvos estos lodos. Recuperamos este viejo artículo de 2004 que testimonia las dudas existenciales de cierta burguesía vernácula sobre la identidad latina originaria de la ciudad de Valencia. Filodemo y Castrioto.

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