domingo, 11 de junio de 2017

FUNDACIONES, ARTE Y PATRIMONIO

Felipe Vives de Cañamas y Mompalau
de Jerónimo Jacinto de Espinosa
Josep Vicent Lerma
Levante-EMV 23 de mayo de 2017

El anuncio por parte de la Dirección General de Cultura y Patrimonio que dirige la, en sus palabras, permanentemente «arrepentida» Carmen Amoraga, de la apertura del procedimiento de consulta ciudadana previa sobre el Anteproyecto de Ley de Patrimonio Cultural y Museos de la Comunitat Valenciana (LPCyM) que sustituirá a la obsoleta Ley 4/98, para afrontar adecuadamente los nuevos retos del patrimonio histórico valenciano y las nuevas figuras del mismo en el siglo XXI, viene a dar satisfacción plena a las demandas del Consell Valencià de Cultura (CVC) aprobadas en Pedreguer el pasado 27 de febrero. Y si se nos permite la pedantería, a los rejones críticos sobre la necesidad de clausurar a perpetuidad las políticas legislativas de manido parcheo de la vieja Ley de Patrimonio Cultural Valenciano (LPCV) del Partido Popular vertidos en el artículo Leyes, líos y ayes (Levante-EMV, 17-03-2017).

En este orden de novedades del siglo XXI, el actual desembarco de una plétora de fundaciones culturales privadas, propietarias de importantes colecciones de obras de arte antiguo y moderno, como entre otras muchas la omnipresente Hortensia Herrero, Per amor a l´art –de los mecenas Susana Lloret y José Luís Soler– promotora del futuro Centro Cultural de Bombas Gens o la Chirivella Soriano, tras décadas de abandono de lo público y el oneroso lastre económico conllevado por el cierre de fundaciones ruinosas como La luz de las imágenes, conforma una emergente realidad patrimonial. Mientras, la nueva diáspora, salida incontrolada o fiscalmente clandestina, de nuestro territorio autonómico de piezas maestras integrantes del tesoro artístico valenciano, camino de las grandes casas de subastas de Madrid o europeas, como la reciente puesta en venta pública en Maastricht (Holanda) de un soberbio caballero de Montesa, obra barroca del gran pintor contestano Jerónimo de Espinosa debería abocar a nuestras administraciones públicas a dar una ajustada respuesta, mejorando sus competencias de inspección, control y tutela de la herencia cultural compartida, en el contexto instrumental de esta anunciada Ley de Patrimonio Cultural y Museos.

Y ello, a modo de viejo aviso de navegantes, sobre la base de la negativa experiencia de frustradas aventuras culturales particulares anteriores, ya de finales del siglo pasado, como la de la casi olvidada Fundación Portal de la Morería, de Tomás Brández, que fracasó completamente tanto en la puesta en marcha de sus voluntariosas propuestas culturales como en el desarrollo de sus ambiciosos planes arquitectónicos de integración urbana del torreón de la muralla árabe del desparecido pub Hanax, del palacio de los Fernández de Córdova: «Pretendemos convertir el conjunto del edificio en un lugar con una dinámica que sea a la vez museo histórico, donde queden expuestos al público tanto los lienzos de la muralla y la torre recuperados, apoyados en unos paneles descriptivos de la ciudad de Valencia y su recinto árabe amurallado del siglo XI y de elemento generador y divulgador de todo tipo de manifestaciones culturales» (25-08-1994).

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