martes, 17 de agosto de 2010

APÓLOGO DE FILODEMO: LA LUNA Y LOS CANGREJOS

Josep Vicent Lerma
Levante-EMV, 1 de septiembre de 2004
Platón y Aristóteles.
Detalle del cuadro de Rafael: La Escuela de Atenas

Han pasado casi mil setecientos años y ahora de nuevo se escuchan los sonidos de los golpes de pico de los improvisados excavadores desgarrar la tierra en las sombrías estancias de la villa de Lucio Calpurnio Pisón, conocida más tarde como Villa de los Papiros por albergar en su biblioteca mis tratados científicos escritos en griego, custodiados por los bustos de Artemisa y Empedocles, un siglo después de haberle entregado el óbolo a Caronte.

Las primeras excavaciones en el área vesubiana fueron realizadas por el general Manuel Mauricio de Lorena Príncipe Elboeuf hacia 1713, esto es con anterioridad a los esponsales del rey Carlos de Borbón (1738), futuro Carlos III de España, con María Amalia Cristina de Sajonia, sacando a la luz pedazos de patinados bronces ecuestres.

En cambio las no menos provectas reliquias de la según el desventurado Plinio el Viejo colonia Valentia de la provincia Tarraconense, en el extremo occidente del Mare Nostrum, entre ellas diversas inscripciones de los valentini veterani et veteres y una escultura de togado romano, ya vieron la luz con más media centuria de anticipación a los afamados descubrimientos napolitanos, al vaciar las trincheras de los cimientos de la Basílica de la Virgen de los Desamparados en el siglo XVII.

Precursores hallazgos dados a conocer minuciosa y ejemplarmente el año 1653 por el adelantado Joseph Vicente del Olmo en su Lithología o explicación de las piedras y otras Antigüedades halladas en las çanjas que se abrieron para fundamentos de la Capilla de nuestra Señora de los Desamparados de Valencia.

Ahora que los genius loci vindicativos de la ley del Talión y los espíritus fratricidas de Rómulo y Remo auspiciados por los dioses lares valentinos parecen trasladarse en el funesto ferragosto a la urbe de Pompeya, en la Campania adoptiva de este filósofo seguidor de Epicuro, los viejos recuerdos traen a la mente el Mito de la Caverna de Platón: Por lo que se refiere al estado en que se encuentra la naturaleza humana con relación a la ciencia y la ignorancia, puedes hacer una comparación con el cuadro que te voy a trazar. Imagina una especie de cueva..., y unos hombres que están en ésta desde su niñez encadenados... Detrás de ellos arde un fuego cuyos resplandores los alumbra, y un camino que cruza la caverna, entre el fuego y los condenados. Supón que a lo largo de este camino ha sido puesto un muro... Figúrate ahora unos hombres que, a lo largo del muro, transportan toda clase de objetos; objetos que sobrepasan la altura del muro y que son figuras de hombres y de animales.

Donde las meras sombras de la impostura son tenidas por realidades ciertas, como los nuevos Alcubierres cansados de horadar aquí y allá las cenizas del tedio, se trasladan a otros lugares en busca de nuevas amenidades, por más que según el sabio tedesco Winckelmann la sensibilidad del ingeniero militar español, responsable real de la zapa de pozos y galerías en los sedimentos eruptivos, enviados por el ilustre cojo Vulcano el 24 de agosto del año 79, incluso con pólvora si se terciaba, tenía que ver con las Antigüedades lo mismo que la luna con los cangrejos, como los cabalgados por amorcillos pintados en la Casa de los Vetti.

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1 comentario:

  1. Damos cabida a un artículo epónimo que se nos había pasado incluir en este blog.

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