Levante-EMV, 7 de febrero de 2011
La finalización del plazo legal para realizar alegaciones a la Revisión Simplificada del original Plan General de Ordenación Urbana de Valencia de 1988 en el correspondiente documento de información pública, parece augurar, parafraseando la célebre obra de Charles Dickens (Great Expectations), tal vez una nueva etapa de potenciales expectativas, si bien probablemente con más Ginger ale que vodka en sus objetivos, para las dos próximas décadas de la Arqueología Urbana de nuestra ciudad, casi un año después del fallido Congreso Modelos de Gestión del Patrimonio Arqueológico en el siglo XXI (Levante-EMV, 14-01-10).
Toda vez que las Normas del Catálogo Estructural de Bienes y Espacios Protegidos determinan tres figuras de interés arqueológico, las Zonas Arqueológicas (ZA), con la máxima protección que la legislación concede a los Bienes de Interés Cultural (BIC), como la denominada Torre Adosada de la Muralla Árabe en la plaza del Ángel, subsumida en el APA-05, las Áreas o Espacios de Protección Arqueológica (APA-EPA), homologables a los denominados Bienes de Relevancia Local (BRL), como el Antiguo Hospital General (APA-12) o el conjunto de la Almoina (APA-01) y las Áreas de Vigilancia Arqueológica (AVA), entre las cuales se consignan, al margen de la de reciente creación de Patraix por iniciativa vecinal (AVA-09), otras muchas interesantes novedades como el meritorio núcleo histórico del Grao (AVA-14) o la pertinente a los no menos emblemáticos azudes, como los de las acequias de Rovella o Rascanya, partidores y «llengües» de nuestro término municipal (AVA-30).
Las Zonas Arqueológicas y los Espacios o Áreas de Protección Arqueológica, textualmente según las referidas Normas: «son ámbitos en los que siendo pública la existencia de restos arqueológicos, se destinan las parcelas o inmuebles a garantizar la investigación, conservación o presentación al público de los restos patrimoniales allí existentes» y en ellos «las obras requerirán de un Informe del Servicio de Investigación Arqueológica Municipal (SIAM), sobre la posible afección al patrimonio, debiendo realizarse los trabajos bajo supervisión del mismo». Escenario de renovado incremento de carga de trabajo un tanto incoherente con el lastimoso estado de las escuálidas partidas presupuestarias reales de dicho epigónico departamento arqueológico, tras la luz de gas a la que fue sometido en 2009 por la Dirección General de Patrimonio Cultural Valenciano de Paz Olmos, con la contingente supresión unilateral de los sesenta mil euros de la aportación autonómica al no denunciado por nadie «Convenio Ayuntamiento-Conselleria para la realización de excavaciones arqueológicas en el término municipal de Valencia», tal como apuntábamos en estas mismas páginas en nuestro periodístico «Cladem Archaeologico» (Levante-EMV, 2-05-09).
En este orden de cosas las Áreas de Vigilancia Arqueológica por su parte vienen definidas negro sobre blanco «en base a la presunción de contener restos arqueológicos». Por consiguiente, además de las cautelas genéricas exigidas por la Ley de Patrimonio Cultural Valenciano (LPCV) (Ley 4/98), en ellas «la concesión de licencia urbanística de cualquier índole, que comporte movimientos de tierras, estará sujeta a informe previo del SIAM acerca de la compatibilidad de la obra pretendida con la conservación de los restos arqueológicos que pudieran existir en el lugar, indicando las precauciones que deban adoptarse».
Milongueras pretensiones del tango «Mano a mano» (1923) de Celedonio Flores, que más allá de la constitución de un embrión de patronal arqueológica valenciana (Asemarq), en un año durante el cual han menudeado los titulares del estilo «La Arqueología en apuros» o «La Arqueología se queda en los huesos» (Levante-EMV, 6-02-10) por la crisis de las mercantiles del ramo y en el que muchos arqueólogos autónomos proletarizados —formando parte de lo que ha venido en llamarse «cognitariado»—, ya se han decantado por abandonar esta praxis profesional como secuela del actual parón inmobiliario, a poco que se renuncie a las ensoñaciones pompeyanas al uso, ahora que ruedan por los suelos los frescos y mampuestos de la Casa de los Gladiadores, bien podrían vertebrar en breve un exigible horizonte de gestión mínimamente eficiente del patrimonio arqueológico más cercano, solo en teoría y sobre el papel sustentable económicamente por el programa 336 «Arqueología y Protección del Patrimonio Histórico-Artístico» del Presupuesto Municipal de 2011 provisto de un total general de 4.977.499,44 euros.
Artículo entre los 10 más votados de Levante-EMV del día 7 de febrero
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